domingo, 14 de agosto de 2011

Un buen argumento para una película de misterio.

Rey Carlos II de España

Mucho se ha hablado y escrito respecto al tesoro de la isla de Juan Fernández, pero pocos saben dónde se origina la historia. Trataremos de presentarla en una apretada síntesis.

A comienzos del siglo XVIII, estallaba la guerra por el dominio político de España. Se enfrentaban los Habsburgo, de raíz germana desde los tiempos de Carlos V, con los Borbones franceses, que gobernaban el reino galo. En 1700 había muerto el enfermizo y estéril rey de España don Carlos II, “el embrujado”, sin dejar sucesión. Esto desencadenó el conflicto entre las potencias. Y en 1701 comenzaban las hostilidades, generándose el enfrentamiento entre España, Francia, Inglaterra, varios principados italianos, Austria, los Países Bajos y Dinamarca.

Isla de Juan Fernández
Muy lejos, en las costas de México, el comandante de la flota española don Juan Esteban Ubilla y Echeverría juntaba en sus naves un gran tesoro, pero siendo partidario de los Austrias y no de los Borbones, decidió ocultar esa riqueza, por lo que enfiló su nave Nuestra Señora del Monte Carmelo hacia la lejana isla de Juan Fernández. Estuvo un año desaparecido y finalmente partió rumbo a España en 1715. Había enterrado la inmensa fortuna y resolvía dirigirse a España, no sin antes informar a la armada inglesa, en esos momentos aliada de España, del lugar en que había guardado el tesoro.
Pero, como toda riqueza mal habida tiene una maldición, el marino Ubilla y Echeverría pereció en un huracán en las costas de Florida.

Tiempo después se encontraron esas cartas de Ubilla dirigidas a los ingleses. Informado Lord Anson, éste envía al capitán de la Unicorn, Cornelius Webb, a buscar el tesoro (1761).
Lord Anson
Y Webb logra encontrarlo luego de desenterrar las alhajas, doblones y oro en abundancia que encerraban los cofres. Embarcó la fortuna, pero una tormenta derribó los palos de la nave, y debió regresar y enterrar una vez más el tesoro, viajando a Valparaíso para realizar las reparaciones de la nave. Estando allí se entera de un motín que están fraguando sus marinos para eliminarlo y quedarse con el tesoro escondido en Juan Fernández. Sin pensarlo dos veces, baja de la nave en un bote y quema con toda la tripulación a bordo.
Escribe a Lord Anson desde Valparaíso entregándole en forma codificada el lugar donde había enterrado el tesoro de Juan Fernández. Pero Lord Anson había fallecido al momento de llegar las cartas a su destinatario, perdiéndose así la información.

En 1950, en el norte de Gran Bretaña, se encuentran las cartas de Webb, comenzando la búsqueda del “Tesoro de Juan Fernández”.

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