Fue en las guerras de la independencia donde cambió el rol de la mujer en Chile. De la nada, surgen heroínas, mujeres desconocidas que de pronto se entregan a la causa de la independencia como activas luchadoras, o simplemente, como víctimas del conflicto.
Decir mujeres de la independencia es traer de inmediato a la memoria los nombres de Javiera Carrera, Mercedes Fontecilla, Ana María Cotapos, Isabel Riquelme, Rosa O’Higgins y Paula Jaraquemada.
Pero hubo otras, menos recordadas, como Luisa Recabarren, Agueda Monasterio, Manuela Rozas, María Cornelia Olivares y Candelaria Soto, entre muchas olvidadas.
Nuestro personaje se llamaba María Cornelia Olivares, nació en Chillán y pertenecía a una de las más destacadas familias realistas. Recordemos que en Chillán, la influencia realista era una de las más fuertes, donde la congregación religiosa Propaganda Fide dominaba las conciencias realistas de la ciudad. Y cuando la avasalladora campaña militar de José Miguel Carrera derrotó a las fuerzas de Antonio Pareja (1813), éste debió encerrarse en Chillán.
Y fue en esa ciudad donde aparece Cornelia Olivares, decidida partidaria de la independencia. Pero, al producirse el desastre de Rancagua (1814), la nueva autoridad realista reprime a los patriotas en todo el país. Deportaciones a Juan Fernández, cárcel y muerte, mientras las patrullas de los temidos Talaveras vigilan las calles y caminos de un país sometido.
Son los días de esperanza en que la figura de Manuel Rodríguez va difundiendo su mensaje de libertad. Y María Cornelia junto a otros patriotas, hablan en secreto de sus hazañas. Y cuando se enteran que al otro lado de los Andes se prepara el ejército libertador, nuestra joven heroína alza la voz en la plaza.
Un oficial realista le ordena callarse o será detenida. “¡Atrévase!” le contesta la mujer, y es encerrada en su casa, bajo estrecha vigilancia.
Un oficial realista le ordena callarse o será detenida. “¡Atrévase!” le contesta la mujer, y es encerrada en su casa, bajo estrecha vigilancia.
Pero la valiente Cornelia aprovecha un instante de distracción de la guardia y de inmediato se dirige a la plaza a levantar su voz por la independencia. Nuevamente es detenida pero esta vez es enviada a la cárcel del cuartel militar.
María Cornelia Olivares era una atractiva mujer de treinta años, de hermosos cabellos castaños y porte distinguido. La dejaron sólo con su camisón, mientras un sargento premunido de navaja le cortaba al ras el pelo y las cejas. Terminada la macabra humillación, es exhibida en medio de la plaza, donde la tropa y los realistas chillanejos la cubrían de groserías. Cuentan los testigos que María Cornelia, amarrada a un poste lanzó un grito angustioso. “La afrenta que se recibe por la patria, en vez de humillar, engrandece”.
En Chacabuco (1817) el Ejército Libertador lograba un gran triunfo militar, y mientras las tropas patriotas enfrentaban en el sur a los restos del ejército realista, el Director Supremo declaraba a la hermosa heroína “Ciudadana Benemérita de la Patria”.
Tal como lo había profetizado la hermosa Cornelia, las afrentas, en vez de humillar a esta desconocida heroína, la habían engrandecido.
Pocos se dedican a desempolvar la historia de las mujeres en Chile. Esto es un aporte. Claro que según mi parecer, es algo más que una anécdota de nuestra Historia...
ResponderEliminarEu aqui do Brasil pesquiso muito sobre elas
ResponderEliminarFelicitaciones!
ResponderEliminarExcelente aporte.
falto cuando informacion pero VIVA CHILE CTM GRACIAS
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