Para muchos, Manuelita Sáenz es solo “la amante de Bolívar”. Pero entrar en su vida es vivir la pasión de esos años que transitan entre la colonia y la independencia, dos mundos que se enfrentan en costumbres y campos de batalla.
La pequeña Manuela era hija ilegítima de Simón Sáenz, y su madre muere al darle a luz (1797), por lo que es encerrada en el convento de las Monjas Conceptas. Su padre había casado con doña Juana del Campo, naciendo en las visitas un profundo cariño entre ambas, Como parte de una familia bien posicionada, Manuela es enviada después al Monasterio de Santa Catalina, en Quito.
Algo ocurre ahí, porque se fuga del convento a los 17 años, al parecer en busca de un frustrado amor. Recibida en el hogar paterno, la casan con un rico inglés, el médico James Thorne, veintisiete años mayor que ella. Se integra al aristocrático círculo de las mujeres de la sociedad. Participa activamente del pensamiento libertario, y estando en Quito (1822) es testigo del ingreso del general Simón Bolívar. Ella le lanza un ramillete de flores que golpea en el pecho del Libertador. Poco después se unirán apasionadamente en la aventura bélica. Y ella será uno más de los soldados de Bolívar, alcanzando el grado de teniente de húsares. En 1828 salva de un atentado al libertador, al enfrentar a los conspiradores dándole tiempo a Bolívar a salvar su vida.
Estará presente en las batallas de Pichincha y Ayacucho, donde Sucre recomienda su ascenso a coronela. Pero en 1830, Bolívar muere de tuberculosis dejando a Manuelita en el más absoluto abandono.
Son días turbulentos y el gobierno del general Francisco de Paula Santander la destierra a Colombia, partiendo luego al exilio en Jamaica. Impedida a regresar a su tierra, se establece en Paita, Perú, donde sobrevive apenas. Es allí donde la encuentra el héroe italiano Giuseppe Garibaldi, quien la acompaña hasta su silenciosa muerte en 1856.
Manuela fue una impulsora de la liberación femenina en tiempos de represión familiar y matrimonial. Fue compañera valiente y decidida de Bolívar, arriesgando su vida por su amante y por su patria. Permanentemente rechazada por los círculos sociales, desterrada y abandonada, solo va a ser reconocida como una gran figura de su tiempo muchas décadas después. Y la hemos querido recordar en estas palabras de homenaje a nuestras heroínas de la independencia latinoamericana.
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