lunes, 26 de septiembre de 2011

Susurros del Huáscar.

El fin de semana tripulamos la cubierta del monitor Huáscar. Formaba parte del equipo de televisión de la Cámara de Diputados y debo reconocer que, a pesar de la pasión personal por la Historia, nunca había estado a bordo de esa reliquia maravillosa.

El lecho de Ignacio Serrano 
El punto donde cayó Prat
Entrar al  camarote del comandante Miguel Grau, o detenernos por un instante en el pequeño camastro donde Ignacio Serrano agonizara luego del segundo abordaje; o caminar los pasos tensos de Prat, desde que cae sobre el castillo de proa y bajando la escala metálica avanza con la vista fija en el pabellón peruano y detenernos por un instante en el pequeño monolito de bronce que marca el punto de su sacrificio. 

Manuel Thompson
Uno siente profundamente el amor de esos hombres que se enfrentaban defendiendo sus convicciones así se les fuera la vida en ello.  La torreta giratoria, accionada por 16 hombres bajo cubierta, la estructura de bronce que nos recuerda la violenta muerte de don Miguel Grau, y las escalas que conducen al castillo de popa, donde otro monolito marca el punto donde otro héroe de esos días entregaba su vida un 27 de febrero de 1880, el comandante del ahora Huáscar chileno, Manuel Thompson.

Uno siente la Historia como una neblina que nos envuelve, repitiendo el sonido de las balas, los gritos de abordaje, las órdenes y el silencio de la muerte.
El Huáscar es un símbolo al valor de sus hombres y al respeto por sus hechos inolvidables.

Al alejarnos de la estructura histórica, de gráciles líneas y bellamente pintada, sentimos un profundo cariño al pasado, y nos dan ganas de decirles a todos sus visitantes: miren a uno de los actores de nuestra Historia americana. Los hombres han muerto y viven en el recuerdo. El Huáscar está ahí, meciéndose con el suave movimiento de las olas de Talcahuano, como un testimonio eterno del valor de aquellos que algún día lo tripularon, jurando defenderlo más allá de la propia vida.


lunes, 19 de septiembre de 2011

La Monja Alférez.

De los muchos personajes que enriquecen con sus hechos los duros años que siguen a la conquista del territorio chileno destaca una niña nacida en San Sebastián, España, allá por el 1592. Bautizada como Catalina por sus padres, que lo fueron Rodrigo de Erauso y la señora Isabel Vidarte, su progenitor, hombre de fe y mandas, la recluye en el pequeño convento del pueblo.

Pero Catalina huye la noche del 18 de mayo de 1607 (tenía 15 años), se corta el pelo, se cambia de ropas y así, disfrazada de hombre, se convierte en mandadero, pregonero y paje. Finalmente se alista como grumete, a los 19 años, embarcándose en una nave que se dirige a las Américas.

Nadie imagina que detrás del traje se esconde una mujer decidida. Toma plaza de soldado en Veracruz, México, donde en medio de guerras contra los nativos y juegos de naipe, sobresale por su valentía y audacia. En una de esas riñas de jugadores da muerte a espada a dos muchachos. Condenada a prisión, se fuga abordando una nave que se dirige al sur. Pero recién estaban comenzando sus correrías.  Llega al Callao y parte a Trujillo y desde allí a Charcas, en donde en un nocturno duelo mata al mismísimo corregidor. Catalina huye una vez más, llegando a Lima donde se incorpora a la expedición que comanda Bravo de Saravia hacia la Guerra de Arauco.

Catalina de Erauso, la monja alférez
Ya en Chile se destaca por su fiereza en el combate, y se le adjudica la muerte del toqui Aillavilú. En uno de los tantos combates Catalina es herida y enviada a Concepción. Allí bajo el título y nombre de Alférez Ramírez de Guzmán asume el mando del fuerte de Paicaví, donde una vez más da muestras de su carácter y fiereza, ahorcando al toqui Quirihuanche y provocando así la retirada de los levos que asaltaban en fuerte.

Permanece un tiempo en Arauco, pero decide viajar a Tucumán y Guamanga, y presintiendo su muerte pide confesarse con el obispo, relatándole su historia. La respuesta le sorprende, porque el obispo la reconoce como una heroína. La guerrera vuelve a Lima y toma el hábito de las Monjas Clarisas. Tiene tan solo 32 años cuando llega a Madrid, donde es recibida por el propio rey de España Felipe IV, quien le concede una pensión vitalicia y la posibilidad de acceder a una entrevista con el papa Urbano VII. En Roma, el Pontífice queda tan admirado de la historia de la mujer que le concede el uso de prendas masculinas. Catalina permanece un tiempo en Italia donde escribe sus memorias. Pero su pasado es más fuerte, y regresa a México, donde en una torpe pelea muere en 1650.

Catalina de Erauso, a quien nuestra Historia la recuerda como La  Monja Alférez, uniendo así los dos espíritus de esta indomable mujer.

domingo, 18 de septiembre de 2011

¿Qué fue de García Carrasco?

Todos recordamos que el 18 de  septiembre de 1810 don Mateo de Toro y Zambrano asumió como presidente de la Junta Nacional de Gobierno, pero poco nos hemos preocupado de quien fuera el anterior y último gobernante español de Chile, don Francisco Antonio García Carrasco y Díaz.

Envuelto en las intrigas palaciegas, acusado por su actuación en el asalto y crimen en el caso de la Scorpion, y por el rechazo que encontraba en criollos y españoles. Su última y absurda actuación, cuando ordenó detener a los patricios José Antonio de Rojas, Juan Antonio Ovalle y Bernardo de Vera y Pintado, acusados de conspiración.

El gobernador García Carrasco.
La reacción social fue inmediata y el 16 de julio de 1810, a instancias de la propia Real Audiencia, don Francisco Antonio entregaba el mando. Fue entonces cuando asumió don Mateo de Toro y Zambrano quien dos meses más tarde llamaría al histórico cabildo abierto
¿Qué fue de García Carrasco?

Durante un tiempo siguió viviendo en el palacio de los gobernadores, e incluso el día 18 de septiembre encendió luminarias en el palacio, más que celebrando la formación de una Junta, para demostrar su rabia contra los oidores de la Real Audiencia que jamás lo habían aceptado. En la calle, una orquesta saludaba a las nuevas autoridades.

Y cuando el 1 de abril de 1811 se produce el motín realista de Tomás de Figueroa, es acusado por su anterior secretario personal, Martínez de Rozas, de ser parte de la conspiración, siendo detenido.
Poco después era deportado a Lima, donde va a fallecer en agosto de 1813, en los momentos en que el ejército de José Miguel Carrera ponía sitio al ejército realista encerrado en la ciudad de Chillán.
Oscuro y frustrante fin de un oscuro oficial que llegó a Chile a cumplir labores secundarias y que terminó elevado al más alto cargo del gobierno colonial.

sábado, 17 de septiembre de 2011

Dos 18 de septiembre.

En 1810, se reunía un Cabildo Abierto en la ciudad de Santiago de Chile. Las noticias llegadas desde  España hablaban de la invasión de los ejércitos franceses y la prisión del rey Fernando VII. Y al igual que lo que ya  estaba ocurriendo en otros países, se buscaba la fórmula para preservar la colonia al “bienamado” rey español, sumándose Santiago a la tendencia de proclamar su adhesión a la monarquía hispana. Y eso fue el 18 de septiembre, pero detrás de ese acto surgía entre los concurrentes la idea de avanzar hacia un proceso de independencia, que sólo se hará más claro al año siguiente, cuando durante el gobierno de José Miguel Carrera se proclame un ensayo constitucional que desconocía cualquier ley que no fuera nacida en la Patria. Bandera y escudo nacionales sellaban ese pacto de libertad.

Después vendrán las guerras y el triunfo realista, sometimiento al país a la corona en 1814, hasta recuperar la independencia en 1817.
Pero ese 18 de septiembre se había dado el primer paso, y por eso Chile lo celebra como  el día de las Fiestas Patrias.

Cuán diferente lo que ocurriría 81 años más tarde, en un 18 de septiembre distinto, y en medio de un país ensangrentado por la guerra civil. Porque ese 18 de septiembre de 1891 el presidente constitucional José Manuel Balmaceda apoyaba el revólver en su sien y terminaba con su vida. Era el cierre a una etapa de grandes transformaciones encabezadas por las tendencias liberales y que daría paso al poder de los congresistas.

Dos 18 de septiembre, tan diferentes en sus emociones y en sus consecuencias. Y por eso quisimos recordar esos dos días, iguales en fecha pero tan contrapuestos en significación. En el primero se abría la puerta a las grandes transformaciones que darían forma a la república. En el segundo, la puerta simplemente se cerró.

miércoles, 14 de septiembre de 2011

Francisco Bilbao. Un iluminado del siglo diecinueve.

Francisco Bilbao nació, vivió y murió mientras Franz Liszt era el amo absoluto de los salones parisinos. 
Cuentan que el niño Francisco Bilbao Barquin había heredado de su abuelo, Antoine Berney, la pasión por las revoluciones..
Pero el muchacho alcanzaría aun mayor renombre que su abuelo al convertirse en cabeza visible e indiscutible de los movimientos revolucionarios en el Chile de mediados del siglo diecinueve.
Digamos que nuestro personaje era alto, de penetrantes ojos verdes, melena aleonada, y voz electrizante, y que generaba espontánea seducción en los políticos y los obreros de su tiempo. Y que no vivió una vida muy apacible.

Nació en Santiago en 1823, pero debió pasar su infancia en el destierro, en Lima, junto a sus padres. Cuando regresa a Chile (1839) descubre la poderosa fuerza del racionalismo, estudia filosofía, lee y escribe, y sus escritos generan polémica, tanto, que su Sociabilidad chilena, publicada en 1844, es considerada un ataque directo a los sacerdotes, siendo condenado por blasfemo, inmoral y sedicioso. Se defiende en los tribunales ante una muchedumbre que le espera ansioso y que tras aplaudir el triunfo de Bilbao, reúne las multa exigida.

Su pensamiento llamó la atención en Francia donde Edgar Quinet publica estos hechos en su obra El Cristianismo y la Revolución Francesa. Ese año, Bilbao, con sus 21 años, viaja a Francia, entra en contacto con los principales pensadores que le admiran, entre ellos Quinet, Lamennais y Michelet, miembros destacados del Colegio de Francia. En 1848 regresaba a Chile ingresando al departamento de Estadísticas del Gobierno para ser, entre otros, el promotor de las guerras civiles de aquellos años.

El candidato presidencial del gobierno es el conservador Manuel Montt. Bilbao pone su pluma y pensamiento en impedir su triunfo. Se une a Vicuña Mackenna, que tiene 19 años, a Santiago Arcos, que también regresa desde Paris, José Zapiola, Eusebio Lillo, Manuel Recabarren y muchas más.
Funda la Sociedad de la Igualdad, primera expresión organizada de la política chilena, donde se integran los aristócratas cercanos al liberalismo y los obreros que inician su organización gremial.

Allí, los seguidores de la revolución francesa cambiaban sus nombres por los héroes girondinos exaltado por Lamartine en su Historia de los Girondinos (1847). Lastarria era Brissot, Bilbao era Vergniaud, Recabarren era Barbaroux, y Eusebio Lillo era Rouget de l’Isle. Pero el gobierno, temiendo un brote revolucionario, asalta el local de la Sociedad (19 de agosto de 1850)  y decreta el estado de sitio. Por su publicación de Los Boletines del Espíritu, es excomulgado.

La lucha se inicia el 20 de abril de 1851 y Bilbao está entre los cabecillas del motín que dirige el coronel Pedro Urriola. Tras un fallido asalto al cuartel de artillería,  la revolución fracasa y los principales jefes deben huir del país, mientras otros se concentran en Copiapó y en Concepción, para continuar la Guerra civil.
Bilbao logra exiliarse en Perú, donde escribe más obras y pensamientos, pero es obligado a alejarse y parte a Europa (1855). En Paris publica El Dualismo de la Civilización Moderna, y regresa a Buenos Aires donde su pluma no descansa.

Participa activamente en las luchas políticas argentinas. Estando a orillas del Mar del Plata, rescata a una mujer que ha caído y se ahoga, logrando salvarla. Pero el esfuerzo fue demasiado para su cuerpo, muriendo pocos días después de una neumonía, acompañado por su gran amigo José Victorino Lastarria.
Era el 9 de febrero de 1865.
Francisco Bilbao, tenía 41 años.

A veces es bueno recordar a esos personajes que nos dieron pensamiento y acción y que no tienen un lugar de privilegio en la memoria de los chilenos.

domingo, 11 de septiembre de 2011

Un Mariscal de América.

Antonio José de Sucre (1795-1830), fue una de las figuras que exaltó en mí el amor a la Historia en mis tiempos de escolar. En su biografía encontraba los mismos ideales republicanos que llenaron el espíritu de nuestros fundadores, solo que él siempre asumía un papel secundario al lado de la obra monumental que Bolívar estaba desarrollando en el norte del continente Sudamericano.
La independencia de nuestro continente es el escenario de grandes pasiones, donde se combate al enemigo realista pero a la vez, los inicios de los caudillismos que tanto daño le hicieron a los primeros años de nuestra libertad.

Sucre
Por eso surge tan distinta la imagen del político y militar que recordamos, en medio de la tensión interna que enmaraña las decisiones de los llamados Padres de la Patria. Antonio José de Sucre fue brillante militar, diplomático y administrador, capaz de dejar de lado sus propios sentimientos para asumir el destino que las circunstancias le han planteado. Y fue el comandante decisivo en la última gran batalla de la independencia continental, Ayacucho, donde en sus filas combatieron el más internacional de los ejércitos americanos, incluyendo tropas chilenas, argentinas, peruanas, colombianas, venezolanas, ecuatorianas, uruguayas, brasileras, uruguayas y de las distantes Curazao, México y Puerto Rico.

En Ayacucho, el 9 de diciembre de 1824, fue el pensamiento estratégico de Sucre lo que consolidó la victoria, llevando a Bolívar a señalar desde Nazca: "Usted está llamado a los más altos destinos, y yo preveo que usted es el rival de mi gloria".

Pero, la gran obra se desmoronaba. En Guayaquil, San Martín se retiraba de la gesta emancipadora y salía al autoexilio en Francia. Los caudillismos surgían en los nuevos estados, Bolívar era rechazado mientras Sucre asumía la presidencia de la nueva nación altiplánica, Bolivia, que llevaba el nombre del libertador americano.
Bolívar
Pero se acercaba el fin.

El año 1830 marca ese final dramático. En Chile, en la batalla de Lircay, la guerra civil terminaba con los principios liberales y comenzaba el periodo autoritario.Sucre era asesinado en la sierra de Berruecos y Bolívar moría en Santa Marta, en medio de la más profunda tristeza. "Hemos arado en el mar" fue su último pensamiento.

Un año más tarde el sueño de la Gran Colombia también moría.
Más allá de nuestros sentimientos nacionalistas, sea del país que sea, tenemos una deuda de agradecimiento a todos y cada uno de esos hombres y mujeres que entregaron su vida por la pasión de dar vida a un continente libre.

Y Sucre es uno de ellos.

sábado, 10 de septiembre de 2011

Fuego en Amazon.com




Informamos a nuestros amigos que la editorial internacional Amazon ha colocado en su link online  nuestro libro “Fuego”.
Para aquellos interesados en verlo y bajarlo, les entrego el link :
 http://www.amazon.com/dp/B005LR43LY

Un libro que describe en forma de Historia novelada, los hechos políticos y sociales entre 1850 y 1890 en Chile, escrita en primera persona y donde los personajes centrales son Benjamín Vicuña Mackenna, José Luis Claro, Henry Meiggs, Fermín Vivaceta y todos aquellos que forjaron el nuevo país que surgía del pensamiento liberal y librepensador de mitad del siglo diecinueve. Los conflictos políticos, las guerras civiles y fronterizas, la formación de los cuerpos de bomberos y los nuevos partidos políticos, los radicales y la masonería, en una mirada que nos tomó veinte años de investigación, cinco de escritura y uno para hacer las ilustraciones.

Gracias a todos aquellos que hasta ahora lo han leído, haciéndome llegar sus valiosos comentarios.
Reciban todo mi afecto.

viernes, 9 de septiembre de 2011

El padre de Miguel Grau.

Todos reconocemos en Miguel Grau Seminario a un gran marino, un héroe del Perú y un hidalgo del mar. Enfrentado al comandante chileno Arturo Prat en el combate naval de Iquique (21 de mayo de 1879), su actitud posterior hacia el héroe chileno muerto en combate, ha comprometido la gratitud permanente de Chile con ese gran caballero que fue el almirante Grau.
Pero hemos querido recordar al padre del héroe peruano, don Miguel Grau y Berrío, ya que sus restos reposan en nuestro país.

Juan Manuel Grau y Berrío había nacido en Cartagena de Indias, participando en las campañas de la independencia como teniente coronel, especialmente junto a Bolívar. Casa con doña Luisa Seminario del Castillo, estableciéndose en Piura, donde nacen sus hijos, entre ellos el futuro héroe de la guerra, Miguel Grau Seminario (1834). Pero las dificultades de su matrimonio terminan por separar a la familia, quedando el niño Miguel en difícil situación, siendo enviado a Paita. El pequeño entra al mundo naval, iniciando así su larga y destacada trayectoria, en naves de distintas nacionalidades y recorriendo el mundo. Pasan los años y las diferencias políticas generan un periodo de inestabilidad en Perú. El joven Grau, ya siendo alférez, es convencido por su amigo Lizardo Montero, también nacido en Piura, a unirse a Vivanco en la guerra civil contra el gobierno de Castilla. Derrotados, Miguel Grau es dado de baja de la marina peruana (1858).
En 1863 es reincorporado al servicio activo como teniente, siendo enviado a Inglaterra para supervisar la construcción de las naves de guerra que el Perú necesitaba para renovar la escuadra. Pero en un confuso episodio es detenido en Inglaterra, pero lograr finalmente su liberación.

En esos mismos días, la expedición española al mando de Pareja se tomaba las islas Chinchas pertenecientes a Perú, y ricas en guano. El joven Miguel Grau regresaba de Inglaterra deteniéndose en Valparaíso, donde se entera que ha sido ascendido a capitán de corbeta por el gobierno del presidente Pezet de Perú, quien se encuentra en un duro trance: Amenazado por España, debe firmar una tratado con el enemigo. El capitán Grau rechaza el tratado, y el propio presidente del Perú le pide al padre del capitán, don Juan Miguel Grau y Berrío, que viaje a Valparaíso a convencer a su hijo para que se una al gobierno. Pero el capitán Grau, ahora ascendido a capitán de fragata por el movimiento revolucionario encabezado por el coronel Mariano Ignacio Prado, mantiene su decisión, navegando hacia el norte.

Lo que sigue después, forma parte de la in creíble historia de la guerra contra España, que unió a las naves chilenas  y peruanas en la defensa del territorio americano. Pero un  nuevo dolor golpeaba al capitán Grau. Luego de salir de Valparaíso en dirección a Arica, uniéndose al movimiento revolucionario en Perú, dejaba a su acongojado padre en el puerto chileno. Una tuberculosis rebelde termina con la vida de Juan Miguel Grau y Berrío el día 30 de noviembre de 1865, siendo enterrado en Valparaíso.

Los hechos, los porfiados hechos, van a unir a Grau y Prat en la Guerra contra España y finalmente los van va a enfrentar en 1879, en la Guerra del Pacífico.
Pero, nos pareció importante recordar la vida del padre del almirante Miguel Grau, tan unida al final a la Historia de nuestro país.

lunes, 5 de septiembre de 2011

Adiós, Felipe.


He esperado tres días para saber si el milagro se producía, pero ya perdidas las esperanzas, solo quiero recordarte como el divertido compañero en el matinal de Chilevisión, cuando hacías los pases comerciales y yo me sentaba en el escenario con Tati Penna y Juan La Rivera. Y después, cuando nos fuimos como equipo al Buenos Días a Todos. Eran los comienzos de los años 90, cuando además el destino me convertía en El Hombre del Tiempo. 
Han pasado de eso veinte años.
Gracias por ese tiempo compartido, por tu permanente amabilidad y muestras de cariño hacia mí.

Un abrazo a la distancia. 

sábado, 3 de septiembre de 2011

Los bomberos armados en 1866

Los bomberos chilenos han debido cambiar hachas y pitones por fusil en más de algún momento de nuestra Historia. Nacidos a partir de 1851, junto con la creación del Cuerpo de Bomberos de Valparaíso, en los primeros años se van fundando menos asociaciones de las esperadas. Valdivia y Chiloé serán el puente entre Valparaíso y Santiago (1863). Solo dos años después el país se ve enfrenado a un conflicto bélico con España, y ante la amenaza de bombardear el puerto, Santiago se organiza como Cuerpo de Bomberos Armado para colaborar con sus congéneres amenazados.

En este primer artículo hablaremos de la organización del Cuerpo de Bomberos Armados de Santiago en 1866. Para una mirada más novelada de los hechos, pueden encontrarlo en mi libro “Fuego”.
Efectivamente, la amenaza de bombardeo del puerto conmociona a la capital. Finalmente, el Cuerpo de Bomberos solicita al gobierno aceptar sus servicios, a lo que el gobierno responde afirmativamente, poniendo a su disposición un tren especial, que debe partir a Valparaíso el día 29 de marzo.

El cuerpo se organiza en dos unidades, una de bomberos armados y otra de incendios, asumiendo el mando del Cuerpo el prestigioso voluntario Máximo Argüelles, y de los bomberos de incendio el comandante Francisco Bascuñán Guerrero, quien fuera poco antes intendente de Santiago.
En la estación de ferrocarriles, la delegación es despedida por el superintendente Antonio Varas y los miembros del directorio. La columna de bomberos santiaguinos comienza a ocupar los vagones del tren, mientras los auxiliares instalan la bomba a vapor de la 1ª. compañía y la bomba a palancas de la 3ª. Solo quedan para resguardo de la ciudad la compañía de Guardias de Propiedad y las dos compañías francesas, la 4ª de bombas y la 2ª de hachas, ganchos y escaleras.
Ya los rayos del sol comenzaban a ocultarse cuando los pitos y marchas anunciaban la salida del tren con su carga de ayuda al puerto de Valparaíso.

Al amanecer del 30, el Cuerpo de Bomberos de Santiago descendía en la estación del Barón. De inmediato los oficiales ordenan formar a las compañías, iniciando su marcha en columna, llevando en la vanguardia una unidad de bomberos armados, luego los bomberos y los auxiliares arrastrando el material mayor, y cerrando la columna una segunda unidad de bomberos armados.
En el salón del directorio de Valparaíso, el comandante de los bomberos porteños, el alemán Aquinas Ried, recibe a los voluntarios santiaguinos y dispone de su concentración  y próxima ubicación en los puntos estratégicos de la ciudad.

Ilustración que muestra el devastador bombardeo sobre el puerto.
Al amanecer del 31 de marzo, las unidades de incendio se concentran en el Almendral, en San Juan de Dios y en los cerros que rodean a la Intendencia. En las calles, guardias cívicos y bomberos armados vigilan el orden, patrullando todos los sectores. A las 9 con 15 minutos de la mañana comenzaba el bombardeo del Valparaíso, con una duración de dos horas y media, cayendo sobre la ciudad desprotegida más de dos mil balas.

El día 3 de abril, el Cuerpo de Bomberos Armados de Santiago regresaba a la capital, dejando un recuerdo imborrable entre sus pares del puerto.

En otros apuntes, iremos agregando más datos sobre los cuerpos de bomberos armados en Chile.

José Miguel Carrera. Príncipe de los Caminos.


En el día de hoy queremos recordar a José Miguel Carrera (1785-1821), quien hace 190 años muriera fusilado en la plaza de Mendoza, cadalso de eterna pena para la familia patricia por excelencia de nuestra Historia.

Fue un destello avasallador, una personalidad de esas que cambian el tiempo por sus hechos, sus ideas y sus acciones.

El 4 de septiembre de 1821 su voz era silenciada, cerrando un ciclo de tres años de tragedia, iniciada con la muerte ignominiosa de sus hermanos Juan José y Luis, y del inmortal Manuel Rodríguez, su eterno amigo.
Vivió en medio de la vorágine de la independencia, fue estadista y guerrero, amante de su mujer y sus hijos, vencedor y víctima, fue una centella que dejó su sello indeleble  en nuestro país, legándonos bandera, escudo y constitución, y una fe profunda en la Patria que estaba naciendo.

A casi doscientos años de su muerte, su imagen comienza a recuperar el sitial de honor que su vida y sus acciones merecen. Su busto de bronce en el Congreso Nacional, y su estatua ecuestre en la Plaza de la Libertad, a pocos metros de Bernardo O’Higgins, habla de un país que comienza a instalar una luz de reconocimiento  en medio de las tinieblas del olvido.
“Príncipe de los caminos” lo llamó el gran Pablo Neruda. Refiriéndose a él y a su compañero de lucha Manuel Rodríguez, el novelista Jorge Inostroza los inmortalizó como “Los Húsares Trágicos”. Porque fueron el rayo que remeció el tibio movimiento emancipador, entregándonos la audacia de creer que debíamos ser decididamente libres, aún se nos fuera la vida en el intento.

Al contemplar su rostro transparente, y la voluntad que refleja su mirada, no podemos menos que recordar su paso por nuestra Historia y agradecer su decisión de luchar por la libertad, en esta fecha en que se recuerdan 190 años de su martirio por la independencia.