A propósito de un texto que leí en un blog muy visitado, donde se cuenta el triste fin del Batallón de la Bomba, y ante la necesidad personal de dar mi opinión respecto a él, quisiera hacer algunos alcances.
El coronel don Pedro Urriola efectivamente encabezó el motín del 20 de abril de 1851, pero nunca estuvo en su ánimo "derrocar" al gobierno del general Manuel Bulnes. Prueba de ellos fueron los constantes desplazamientos de sus tropas, las que jamás alcanzaron el edificio del Palacio de la Moneda. Mal pudiera haber muerto dicho coronel "cuando se dirigía a tomarse la Moneda", como asevera el texto.
Testigo de los hechos es don Benjamín Vicuña Mackenna, entonces de 17 años y secretario de la Sociedad de la Igualdad, como antes lo había sido del Club de la Reforma. Su mejor testimonio se encuentra en su libro "El Motín del 20 de abril de 1851".
Benjamín Vicuña Mackenna es detenido en el cuartel del Regimiento Chacabuco cuando ingresa intentando obtener el apoyo de la unidad para sumarse al motín.
El coronel don Pedro Urriola efectivamente encabezó el motín del 20 de abril de 1851, pero nunca estuvo en su ánimo "derrocar" al gobierno del general Manuel Bulnes. Prueba de ellos fueron los constantes desplazamientos de sus tropas, las que jamás alcanzaron el edificio del Palacio de la Moneda. Mal pudiera haber muerto dicho coronel "cuando se dirigía a tomarse la Moneda", como asevera el texto.
Testigo de los hechos es don Benjamín Vicuña Mackenna, entonces de 17 años y secretario de la Sociedad de la Igualdad, como antes lo había sido del Club de la Reforma. Su mejor testimonio se encuentra en su libro "El Motín del 20 de abril de 1851".
Benjamín Vicuña Mackenna es detenido en el cuartel del Regimiento Chacabuco cuando ingresa intentando obtener el apoyo de la unidad para sumarse al motín.
El coronel don Pedro Urriola encabezó el sitio y asalto al cuartel de la artillería, ubicado a los pies del cerro Santa Lucía, donde hoy se alza la Fuente Neptuno, a la entrada del paseo del cerro.
Urriola, destacada figura militar de las guerras de la Independencia y de la Confederación Peruano-boliviana, quería presionar al gobierno para que cambiara el gabinete, demostrando con ello que la candidatura oculta de Manuel Montt era rechazada por los jóvenes liberales.
Ya aclarado que Urriola nunca atacó el Palacio de la Moneda, agreguemos que el motín se había iniciado en la medianoche y encontraba a los revolucionarios de Francisco Bilbao y sus Igualitarios maniobrando por las calles del centro de la ciudad sin objetivo fijo cuando el sol ya despuntaba en la cordillera.
En un momento de decisión, Urriola ordena avanzar hacia el cuartel de la artillería. Pretende tomarlo sin derramamientos de sangre. Es en ese instante cuando un sereno, asustado al ver llegar la tropa en masa, que dispara, hiriendo de muerte al coronel Urriola.
Y otro antecedente para los bomberos interesados en el tema. Fue don José Luis Claro, futuro iniciador del Cuerpo de Bomberos de Santiago, quien va a recoger al caído, ayudado por Manuel Recabarren, también futuro fundador del Cuerpo, y el teniente Videla del Chacabuco, para trasladarlo a una casa de la calle de Las Claras, donde Urriola llega ya muerto
En cuanto al Batallón de la Bomba, se le ordena dirigirse armado en dirección al cuartel de la artillería. Encerrados entre dos fuegos en medio de la calle de Las Claras (donde hoy se alza el Archivo Nacional), es acribillado a balazos tanto por los atacantes como por los artilleros, que tras abrir los portones del cuartel, descargan balas de metralla sobre los aterrados cívicos.
Fue una masacre indescriptible.
Quisiera agregar que el calificativo de "pintoresco" con el que se define en dicho texto al batallón de la Bomba no corresponde al debido respeto que merecen esos hombres asesinados, sin posibilidad alguna de defensa.
Y por último, y excúsenme lo prolongado del texto, jamás el general Bulnes cargo en su caballo "Tordillo" sobre los sublevados. El entonces presidente se encontraba en esos momentos en el barrio poniente de la ciudad, más precisamente en la plazoleta de la Iglesia de San Lázaro, a la espera de informaciones para decidir su destino.
Fue hasta ese lugar donde llegó el comandante Marcos Maturana, para informarle que la revolución había sido sofocada.
Espero haber aclarado este asunto, que me tenía inquieto.
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