Nadie discute que los antecedentes históricos avalan el viaje de Cristóbal Colón en 1492 y su descubrimiento del nuevo continente, aunque al principio él estuviera convencido de haber llegado a las maravillosas tierras de Catay y Cipango.
Pero existe una leyenda muy anterior que habla de un viaje de unos monjes irlandeses que habrían llegado hasta el nuevo continente. Es la historia relatada por San Brendan y que la vamos a recordar a ustedes este 12 de octubre.
Este santo varón y navegante habría nacido alrededor del año 484 en Ciarraight Luachra, Irlanda, saliendo el 22 de marzo de 516 en una balsa especialmente preparada, llevando a bordo unos catorce monjes. Viejas leyendas recopiladas desde antes, hablaban de una tierra maravillosa, un paraíso terrenal, en dirección nor-oeste. Y Brendan (o Breandán, en celta), salió en su barca. El viaje duró siete años. Por la descripción que hace, primero arribaron a las islas Feroe, donde celebraron la Semana Santa. El domingo Santo lo celebran en la Isla Pez, y al encender fogatas para el frío, la isla comienza a temblar y a moverse. Para sorpresa de los monjes, era la gigantesca ballena llamada Jasconius.
Más tarde pasan por la isla de los Pájaros (que serían los ángeles indiferentes en el conflicto entre el Arcángel San Gabriel y Lucifer), deteniéndose en Aibe para celebrar la Navidad, pero son atacados por monstruos que les arrojan llamaradas de fuego: era el paso del infierno.
Continuando el viaje, deben bordear durante tres días un castillo de cristal (un iceberg) en medio de una profunda niebla, hasta que alcanzan la isla del Paraíso. El viaje ha terminado, y regresan a Irlanda, donde al poco tiempo fallece San Brendan, en la localidad de Enachduin (578).
¿Sólo una leyenda? Pero, al menos, es considerado el primer antecedente del futuro viaje de los vikingos y finalmente el del propio Cristóbal Colón.
Valía la pena recordar a San Brendan en este nuevo 12 de octubre.
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