domingo, 11 de septiembre de 2011

Un Mariscal de América.

Antonio José de Sucre (1795-1830), fue una de las figuras que exaltó en mí el amor a la Historia en mis tiempos de escolar. En su biografía encontraba los mismos ideales republicanos que llenaron el espíritu de nuestros fundadores, solo que él siempre asumía un papel secundario al lado de la obra monumental que Bolívar estaba desarrollando en el norte del continente Sudamericano.
La independencia de nuestro continente es el escenario de grandes pasiones, donde se combate al enemigo realista pero a la vez, los inicios de los caudillismos que tanto daño le hicieron a los primeros años de nuestra libertad.

Sucre
Por eso surge tan distinta la imagen del político y militar que recordamos, en medio de la tensión interna que enmaraña las decisiones de los llamados Padres de la Patria. Antonio José de Sucre fue brillante militar, diplomático y administrador, capaz de dejar de lado sus propios sentimientos para asumir el destino que las circunstancias le han planteado. Y fue el comandante decisivo en la última gran batalla de la independencia continental, Ayacucho, donde en sus filas combatieron el más internacional de los ejércitos americanos, incluyendo tropas chilenas, argentinas, peruanas, colombianas, venezolanas, ecuatorianas, uruguayas, brasileras, uruguayas y de las distantes Curazao, México y Puerto Rico.

En Ayacucho, el 9 de diciembre de 1824, fue el pensamiento estratégico de Sucre lo que consolidó la victoria, llevando a Bolívar a señalar desde Nazca: "Usted está llamado a los más altos destinos, y yo preveo que usted es el rival de mi gloria".

Pero, la gran obra se desmoronaba. En Guayaquil, San Martín se retiraba de la gesta emancipadora y salía al autoexilio en Francia. Los caudillismos surgían en los nuevos estados, Bolívar era rechazado mientras Sucre asumía la presidencia de la nueva nación altiplánica, Bolivia, que llevaba el nombre del libertador americano.
Bolívar
Pero se acercaba el fin.

El año 1830 marca ese final dramático. En Chile, en la batalla de Lircay, la guerra civil terminaba con los principios liberales y comenzaba el periodo autoritario.Sucre era asesinado en la sierra de Berruecos y Bolívar moría en Santa Marta, en medio de la más profunda tristeza. "Hemos arado en el mar" fue su último pensamiento.

Un año más tarde el sueño de la Gran Colombia también moría.
Más allá de nuestros sentimientos nacionalistas, sea del país que sea, tenemos una deuda de agradecimiento a todos y cada uno de esos hombres y mujeres que entregaron su vida por la pasión de dar vida a un continente libre.

Y Sucre es uno de ellos.

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