jueves, 10 de noviembre de 2011

El frustrado sitio de Talcahuano (1817)

Benjamín Vicuña Mackenna es categórico al señalar en la introducción de su documentado libro La Guerra a Muerte: “Después de la batalla de Maipo, los chilenos cometieron el mismo error que habían padecido después de Chacabuco”… “Fruto de esta inconcebible negligencia, fue en 1817 la inesperada resistencia de Ordóñez en Talcahuano, que abrió la puerta al desastre de Cancha Rayada…”

Tal como lo manifiesta el escritor de nuestras glorias, tras la victoria de Chacabuco la indecisión de San Martín permitió el embarque de los realistas derrotados, mientras en Concepción se atrincheraba uno de los más decididos comandantes españoles, el coronel José Ordóñez. Solo la actividad desarrollada por Ramón Freire, con apenas cien hombres, pudo detener la huida de cientos de soldados realistas que descendían desde la capital hacia el sur. Pero debía enfrentar a sus propios hombres, entre los que se integraban conocidos montoneros, asaltantes y guerrilleros, como el propio y famoso Miguel Neira, recién ascendido a coronel y quien fue fusilado por sus compatriotas por asalto y violaciones.

San Martín solo atinó a enviar al coronel Juan Gregorio Las Heras con una escasa división, que salió de Santiago el 19 de febrero llegando hasta el río Maule solo el 23 de marzo. Un tiempo precioso que aprovechó el tozudo Ordóñez en fortificar Talcahuano. Era un punto estratégico que permitiría el desembarco de fuerzas de apoyo, por lo que continuó el foso iniciado por Atero en la bahía de San Vicente, prolongándolo hasta la isla de Rocuant. Cortaba así el paso a la península de Tumbes, levantando sólidas defensas y preparándose para un lógico sitio que deberían efectuar los patriotas. Doce días después del desastre de las armas realistas en Chacabuco, Ordóñez recibía la información, ordenando de inmediato el repliegue de todas las unidades dispersas en el sur, concentrándolas en Concepción y Talcahuano.

Freire avanzó persiguiendo a los realistas en retirada. Pueblo tras pueblo fueron cayendo en sus manos, desde Linares hasta Chillán. Solo el 2 de abril llegaba la división de Las Heras, reuniéndose ambas fuerzas en el río Diguillín. En la madrugada del día 5 eran atacados por una división española al mando del comandante Campillo. Fue una lucha desesperada, pero los patriotas lograban la victoria, avanzando hacia Concepción, alcanzando el cerro Gavilán al atardecer del mismo día, punto estratégico que dominaba los caminos que conducían hacia Talcahuano. Dueño de la situación, Las Heras tuvo el noble gesto de indultar a los vecinos que hubiesen apoyado al Rey.

Ordóñez, por su parte, mantenía confinados en la isla de la Quiriquina a doscientos patriotas. Necesitaba todas las tropas, por lo que sacó las guardias que cuidaban a los detenidos desplazándolos a Talcahuano. Por carta, avisó a Las Heras de la condición de los prisioneros. Éstos no esperaron más, y en medio de la más absoluta desesperación, armaron con palos y tablas un simulacro de balsas y se arrojaron al mar. Muchos perecieron y otros alcanzaron hasta la desembocadura del Itata o a las playas de Tomé, que fueron rescatados por las tropas enviadas por los patriotas. Entre los que se salvaron estaba un joven de 17 años, el futuro general y Presidente, Manuel Bulnes.

El comandante José Ordóñez
San Martín había viajado a Buenos Aires, por lo que Las Heras envía una nota a O’Higgins pidiéndole refuerzos, ordenándose el avance de una divisón al mando del propio general chileno. Las Heras estaba consciente que el sitio de Talcahuano sería una tarea titánica, especialmente si llegaban los refuerzos que esperaba Ordóñez. Y para mayor fortuna del comandante español, recalaban en el puerto las fragatas Venganza y Sebastiana, las que de inmediato se convirtieron en punto de apoyo artillado y vía de comunicaciones y abastecimiento  para los realistas.

Un nuevo hecho fortalecería las posiciones de Ordóñez. Las naves que habían rescatado de Valparaíso a los restos militares derrotados en  Chacabuco, llegaban al Callao. El virrey Pezuela los acuarteló, entregándoles vestuario y armamento y al mando del coronel Morgado los despachó de inmediato hacia Talcahuano, alcanzando la bahía defendida el 1° de mayo.

Ordóñez calculó que en esos momentos tenía más soldados que Las Heras, unos 1.600 contra 1.200, y que en cualquier momento podía llegar la división que comandaba O’Higgins. Tenía que actuar antes que las fuerzas se reunieran. Al caer las sombras el día 5 de mayo,  las tropas del Director Supremo entraban a Concepción, despachándose sin dar descanso a dos compañías de fusileros en dirección al campamento de Las Heras.
Pero a las 3 de la madrugada del mismo día, tres cañonazos anunciaban el ataque realista contra las defensas del cerro Gavilán. Ordóñez realizaba un estratégico asalto, dividiendo sus fuerzas en columnas que atacaban desde distintos puntos a las defensas patriotas. El combate fue intenso en cada flanco con ataques de todas armas que chocaron a los pies de los cerrillos del Gavilán, del cerro de Chepe y otros puntos. A las diez de la mañana concluía el combate, en momentos en que llegaban al trote las dos compañías de fusileros enviadas por O’Higgins.

Ordóñez se retiraba del campo de batalla con grandes pérdidas en vidas y armamento. Esa misma tarde, la división de O’Higgins se reunía a Las Heras en el campamento victorioso. Pero el aspecto de las tropas era lamentable: desnudos, sin armas ni caballos, hambrientos y sin auxilios médicos para los heridos. De inmediato ordenó el envío desde Santiago de armas, caballos y uniformes. Pero frente a sus ojos se alzaba la ya poderosa línea de defensas de Talcahuano. Un kilómetro y medio de fosos, construcciones y baterías amenazaban al agotado ejército del sur. Una escuadra ahora integrada por cinco naves de guerra, lanchas cañoneras y embarcaciones que protegían la península.

El primer combate en Talcahuano.
Un primer intento lo organiza O’Higgins, despachando ochos lanchas transportadas sobre ruedas, las que con un centenar de soldados, deberían salir por el río Andalién y asaltar mediante abordaje la nave Sebastiana, y con ella rendir a las otras naves, pero el regreso de las naves de guerras Venganza y Justiniano, que habían ido hacia Valparaíso y el barro que se había formado por las intensas lluvias, hicieron fracasar este primer plan de ataque. Un temporal de viento y lluvia impidió un segundo plan, resolviendo acuartelar a sus tropas en Concepción. De haber realizado el frustrado ataque, sus bajas habrían sido gigantescas.

Mientras las tropas chilenas se recuperaban en la capital del sur, las montoneras comenzaban su trágica historia, encabezadas por José María Zapata y José Antonio Pincheira, armadas por un resuelto Ordóñez que dominaba las vías marítimas. Con ello, distraía y agotaba las tropas de O’Higgins. Ordóñez se constituía en el mejor estratega español de su tiempo en nuestras campañas militares. Sus fuerzas sumaban ya sobre los dos mil soldados, que servirían de base a la siguiente campaña que iniciaría más tarde el general Osorio.

El general Michel Brayer
O’Higgins comprendió lo grave de la situación, y dejando fuerzas en Concepción frente a un eventual ataque de Ordóñez, ordenó la salida de diferentes columnas para batir las guerrillas realistas, en medio de las lluvias y la violencia desatada contra la población por ambos bandos. Pero a Ordóñez le llegaban nuevos refuerzos y debía actuar de una forma decidida para terminar la sangría que asfixiaba los recursos de Concepción y Santiago.

Desde la capital llegaban los oficiales napoleónicos enviado por San Martín: el teniente general Miguel Brayer, el ingeniero militar Alberto Bacler  d’Albe, y el capitán Jorge Beauchef. De inmediato se levantaron planos precisos de las fortificaciones, demostrándose lo inútil de cualquier aventura, pero la decisión de O’Higgins era tomarse Talcahuano y tan pronto llegaron los refuerzos desde Santiago, el 24 de noviembre pasó revista en los arrabales de Concepción a los 3.300 efectivos que formaban su ejército.

El 25 de noviembre se desplegaba frente a las fortificaciones realistas, ocupando como centro de mando el cerro de los Perales. Dos planes se enfrentaron en la junta de jefes militares. El de O’Higgins planteaba atacar la bahía de San Vicente, mientras en una acción distractiva se amagaba todo el frente. El plan de Brayer, resistido por el resto de los oficiales por ser extranjero, consistía en un ataque a la izquierda realista, fuerte en el cerro del Morro y llave para tomar Talcahuano, para luego converger a las otras posiciones encerrando a Ordóñez. Era un asalto de tremenda audacia o se convertiría en un dramático fracaso.                                                         


La junta de oficiales aprobó el plan de Brayer y se preparó al eje´r4cito para la acción.

El asalto del día 6 de diciembre.
A las tres de la madrugada se iniciaba el avance del ejército, dividido en dos brigadas, la primera al mando de Las Heras en dirección a las defensas del Morro. El mayor Beauchef encabezaba la columna, la que debía atravesar los fosos, romper las empalizadas, asaltar el morro, y luego converger hacia el centro de las defensas, para bajar el puente levadizo y permitir el ingreso de  la caballería al mando de Freire. A su vez, los artilleros de Borgoño debían pasar el puente y alcanzar las baterías realistas para redirigir sus tiros hacia las defensas españolas y las naves de guerra. Bacler d’Albe y sus improvisados zapadores debía ensanchar el acceso tan pronto Beauchef lograra su objetivo.

Beachef al mando de cuatro compañías de cazadores inició el silencioso ataque, pero al alcanzar el foso fueron descubiertos y los 200 fusiles de Lantaño dispararon su mortal carga contra los atacantes. Beauchef se lanzó al foso de agua y seguido de algunos oficiales y cazadores trepó las defensas en medio del caos generado por los disparos desde las alturas del Morro. Con las manos botaron los palos enterrados en suelo arenoso y lograron penetrar al interior del reducto, seguidos de una desorganizada tropa.  Los sorprendidos realistas abandonaron sus posiciones bajando hacia las otras defensas, disparando a quemarropa a los asaltantes. El capitán del cazadores n° 11 Benjamín Videla, que avanzaba junto a Beauchef, cayó muerto en el foso, mientras Beauchef recibía una grave herida en el brazo derecho. Beauchef continuó ordenando el ataque. En esos momentos la brigada encabezada por Las Heras entraba en la fortaleza del Morro desbandando a los defensores. Beauchef caía finalmente en un charco, siendo rescatado por un sargento de su batallón.

El  plan elaborado por Brayer se convertía en un éxito, pero venía el segundo movimiento, pasar de las defensas del Morro hacia el punto donde se encontraba el puente levadizo y permitir el ingreso del ejército patriota. Pero se enfrentaron a una segunda línea de defensas y un foso que separaba la plaza conquistada del cerro Cabrera. Mientras, los fugitivos lograban reorganizarse. Al amanecer, Ordóñez lograba controlar la situación, defendiendo con las tropas que alcanzó a reunir el paso al puente. Sin un jefe decidido como Beauchef ,que electrizaba con su ejemplo a los asaltantes, el ataque se contuvo.

En el otro extremo de la línea de combate, los comandantes realistas José Alejandro y Juan José Campillo rechazaban el ataque la brigada comandada por Pedro Conde, mientras la caballería y los artilleros de Borgoño esperaban inútilmente que se bajara el puente levadizo, punto del mayor enfrentamiento en esos momentos. Ordóñez ordena en esos momentos que las baterías de los cerros y de las naves de guerra bombardearan la concentración patriota que ocupaba las defensas del Morro. El general O’Higgins se dirigió hacia la columna de Conde para animarla al ataque, pero tuvo que alejarse ante la intensidad del fuego de fusilería. Finalmente, a las 5 de la mañana ordenaba a Las Heras y Conde abandonar el asalto. La columna de Las Heras logró retroceder en orden por compañías, protegida por la artillería de Borgoño que había regresado a su posición original.

Cuatro horas más tarde, Ordóñez recuperaba el total de sus posiciones, mientras en el foso quedaban los cadáveres de casi doscientos soldados patriotas.
Las noticias recibidas el 8 de diciembre en Santiago anunciaban el arribo de una nueva expedición realista al mando de Osorio.

O’Higgins ordenaba abandonar el sitio de Talcahuano y regresar a Santiago.


5 comentarios:

  1. Interesante pedazo de la historia de nuestro puerto nunca contada. Gracias por hacerla salir a luz y dazno esa oportunidad de conocer un pasaje mas de lo que es hoy en dia Talcahuano. Saludos desde Canada.

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  2. Gracias Don Antonio, hace falta gente como Ud. espero leer sus libros, me disculpo por no haberlo conocido antes.

    Atte. Luis Sandoval C. Talcahuano.
    sandoval03qgmail.com

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  3. Gracias Don Antonio, hace falta gente como Ud. espero leer sus libros, me disculpo por no haberlo conocido antes.

    Atte. Luis Sandoval C. Talcahuano.
    sandoval03qgmail.com

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  4. Felicitaciones por tan buen trabajo.

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  5. Muy interesante, gracias. Consulta: existe nocion de la ubicacion exacta del puente levadizo?

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