martes, 11 de febrero de 2014

Las peligrosas noches de Roma.


Las noches de la antigua Roma eran sombrías, hediondas y peligrosas. Durante los tiempos republicanos las estrechas callejuelas levantadas sobre pantanos drenados escondían a ladrones y borrachos que se hacinaban en altillos, tabernas y lupanares. La pobreza y la miseria rondaban por las estrechas y oscuras callejuelas, en las que no existía luz alguna.
Las únicas antorchas que se veían, y en movimiento, correspondía a los tresviros noctunos, primitivos
vigilantes que resguardaban el orden, en la medida de lo posible, y que junto a ediles y tribunos de la plebe debían enfrentar los permanentes incendios provocados por el descuido ciudadano. 
Al darse la alarma de incendio, los tresviros eran apoyados por partidas de esclavos que debían combatir el fuego con sus escasas herramientas, principalmente baldes, picotas y escalas.
Bomberos romano
Ya sabemos que los resultados nunca fueron buenos, y conocemos el caso del edil Ruffo quien fue acusado sacar provecho político del trabajo gratuito de sus apagadores de incendio; y al otro que también recordamos es al todopoderoso Marco Licinio Craso, el mismo que derrotó a Espartaco y que se hizo inmensamente rico comprando a precio rebajado las casas ¡que se iban a quemar!
Fue por eso que al asumir Octavio como primer emperador, bajo el nombre de César Octavio Augusto, creó los cuerpos que conocemos como vigilantes o vigiles. Esto ocurría en el año 6 de nuestra era.
Pero, los pobres vigiles quedaban en medio de la tormenta. No podían ser un cuerpo paramilitar, porque los convertiría en una fuerza peligrosa, pero tampoco podían ser ciudadanos ya que el de vigilis era un trabajo indigno y por eso se prefirió a antiguos esclavos, libertos, para cumplir con las funciones requeridas, desde apagar incendios hasta detener a ladrones, borrachos e incendiarios,
Incluso se les llamaba "spartoli", algo así como los hombres de los cubos, en referencia a los que llevaban para apagar el fuego.
Emperador Cómodo
Pero, ¡cuidado!, porque muchos de los camorreros que infestaban las noches romanas podían ser personajes de alta alcurnia. Recordemos que el emperador Nerón se disfrazaba con ropas de liberto para engancharse a puño limpio con los demás delincuentes en las tabernas,; y que el emperador Cómo, hijo de Marco Aurelio, se desplazaba libremente por las tabernas para agarrase a puñetes con el primero que se le cruzara en el camino. No olvidemos que Cómodo era un apasionado del juego de los gladiadores.

Este sistema de vigiles se extendió por el Imperio desapareciendo solo cuando las invasiones de las tribus germánicas trastocaron profundamente y para siempre el universo romano. 
Pasaría mucho tiempo antes que los bomberos renacieran de sus cenizas.

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