martes, 20 de diciembre de 2011

El monumento que falta.


Hoy es 20 de diciembre y el Cuerpo de Bomberos de Santiago cumple 148 años de existencia. Doce días antes una catástrofe había enlutado a la capital, dejando más de dos mil personas horrorosamente muertas en el incendio del Templo de la Compañía de Jesús. Santiago no contaba en esos momentos con un servicio de incendios, ya que la última unidad con esa misión había desparecido en medio de las balas del motín del 20 de abril de 1851. ¡Doce años antes!

Los restos del mal equipado Batallón Cívico de Zapadores Bomberos había pasado a la Artillería, pero no integraba una unidad especializada en el combate contra el fuego.
Ese mismo año de 1851 se había creado el primer cuerpo de bomberos voluntarios en Valparaíso, y a pesar de la insistencia de muchos destacados vecinos, no se había concretado la idea de crear en Santiago una compañía de voluntarios.

Las páginas enlutadas de la prensa de esos días mostraban las largas listas de muertos, y el día 11 de diciembre, tan solo tres días después del incendio del templo, aparecía un pequeño aviso, en la última columna y casi al final. La firmaba un señor José Luis Claro, viso llamando a la formación de una compañía y citando a una reunión en su oficina para el día 14.
Fue tan dolorosa la tragedia, donde no hubo vecino de la ciudad que no perdiera entre las llamas a un ser querido, que tan pronto como los diarios El Ferrocarril y La Voz de Chile publicaron ese aviso, la respuesta fue inmediata.
Más de doscientos santiaguinos, de todas las condiciones sociales y económicas, se reunieron por primera vez, quedando citados para el día 20 para formar el Cuerpo de Bomberos de Santiago.

José Luis Claro fue el motor de la nueva institución, aceptando solo el cargo de capitán de su compañía, mientras las más destacadas personalidades políticas y sociales, como José Tomás Urmeneta, Henry Meiggs, Manuel Recabarren, Manuel Antonio Matta y otros, asumían la dirección general.

Santiago tiene una deuda con este personaje. La idea fundacional que él impulsara se ha mantenido a través de ciento cuarenta y ocho años, creciendo en calidad y preparación y siendo considerada por la ciudadanía como la institución de mayor prestigio nacional.

¡Que falta nos hace como ciudad erigir un monumento que eternice la memoria de José Luis Claro y Cruz!
Ojala alguien nos escuche.


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