A propósito de una consulta de mi amigo Sammy Barlow respecto a los auxiliares de bomberos que han sido mártires, podemos señalar que fueron varios los que cayeron en el servicio, pero por su condición de auxiliares no fueron reconocidos.
No es caso de José Gabriel Rojas de la Sexta Compañía de Bomberos de Santiago.
José Gabriel Rojas Miranda había nacido en 1891 en el modesto hogar de un sastre que fallece cuando José Gabriel es un niño. Este hecho cambia su vida completamente, asumiendo el cuidado de su madre y preocupándose de liquidar el taller que perteneciera a su padre. Serio y retraído, servicial y silencioso, va a apoyar a su familia en cuerpo y alma. Es ese espíritu de colaboración lo que lo lleva a golpear las puertas del cuartel de la Sexta Compañía de Bomberos de Santiago, integrándose como auxiliar el día 10 de agosto de 1912. Es en ese nuevo espacio, de entrega total por los demás, donde su espíritu encuentra un camino para aportar sus energías.
Pero, su paso fue dramáticamente breve.

La resistencia se agota y José Gabriel Rojas cae en momentos en que la bomba automóvil que le precede llega al mismo lugar, en las esquinas de San Diego y Coquimbo, atropellando el cuerpo del auxiliar.
Su cuerpo tendido en la fría calle no responde, a pesar de los esfuerzos de los bomberos y personal de la Asistencia Pública. Su cadáver es trasladado hasta el cuartel de la Sexta, donde recibe los honores de mártir.
El nombre de José Gabriel Rojas Miranda representa, precisamente, a aquellos jóvenes que en calidad de auxiliares han caído en el cumplimiento del deber.
Honor a ellos.
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