martes, 14 de febrero de 2012

El Padre de la Buena Muerte.

El 13 de febrero recién pasado recordamos los doscientos años de la publicación de la Aurora  de Chile.  De inmediato se nos viene a la mente el nombre del sacerdote Camilo Henríquez, alma del periodismo chileno. El mundo estaba en pleno proceso de profundos cambios. España invadida por Napoleón; proclamaciones de juntas de gobierno en varias naciones latinoamericanas, verdadero  preludio del proceso de emancipación; empoderamiento del virrey Abascal en Perú, como defensor de la monarquía hispana; crisis política, guerras europeas, amanecer de una nueva época.
Chile ha vivido a partir de 1810 su propio proceso, primero con el triunfo del Cabildo sobre la Real Audiencia y la proclamación de la primera junta de gobierno en septiembre. Un año más tarde se inauguraba el primer Congreso Nacional, pero aparecía esa centella de energía que era don José Miguel Carrera, y en asonadas propias de esos días donde las ideas se enfrentaban con gritos o en la punta de las bayoneta, creaba una bandera nacional, un escudo y un ensayo de constitución. Y eso requería crear opinión pública y será el cura de la Buena Muerte, llegado a Chile tras ser procesado en Lima por la Inquisición, quien asumirá la fecunda tarea de informar a la gente lo que estaba ocurriendo en el país y en el mundo. El 13 de febrero de 1812 nacía “La Aurora de Chile” desde las prensas de Mateo Arnoldo Hoevel.
¿Quién era ese sacerdote revolucionario que de inmediato destacaba entre sus pares por su ilustración?  Rastreando en su pasado familiar sabemos que su abuelo fue el militar español Pedro Henríquez, quien llega a Chile a principios del siglo dieciocho a la ciudad de Valdivia. Eran días de guerra contra los corsarios ingleses, y los fuertes de Corral necesitaban más soldados. Llegado muy joven casa con una señora de apellido Carrión, naciendo de este matrimonio varios hijos, entre ellos don Pedro, don Gregorio y don Félix Henríquez, quienes van a seguir la carrera de las armas en las fortalezas de Valdivia. El joven Félix Henríquez casa con la valdiviana Rosa González, hija del regidor don José María González.
De este matrimonio nacerá Camilo Henríquez González, padre del periodismo chileno. Y tiene dos hermanos más, don José Manuel y doña Melchora. José Manuel se integra al ejército patriota y muere defendiendo la plaza de Rancagua el 1 de octubre de 1814.
No es este el momento de relatar la vida del joven Camilo Henríquez, sus dificultades económicas para completar sus estudios, la providencial ayuda de su tío en Lima, fray Nicasio González, de la Orden de la Buena Muerte, quien lo manda a buscar. Allí quedará impresionado por el pensamiento de avanzada del rector de la orden, el padre Isidoro de Celis.
Como antecedente recordemos que la orden de la Buena Muerte debía su nombre a la misión de preparar a los moribundos  para su viaje al más allá. Fue en Lima donde Camilo entró en contacto con las cultas familias criollas, que leían con ávido entusiasmo los nuevos libros que llegaban desde Europa. Llevaba ya veinte años en Lima cuando es detenido por la Inquisición. Una denuncia contra el Conde de Vista Florida don José de Baquíjano por tener en su casa un biblioteca con libros prohibidos por el Santo Oficio y la autoridad española, termina con la prisión contra varios contertulios del conde, entre ellos nuestro buen Camilo. Más de medio año lo pasó en las cárceles inquisitoriales saliendo en enero de 1810, gracias a los buenos oficios de sus compañeros de orden. De ahí, es enviado a Quito junto al obispo ecuatoriano José Cuero y Caicedo, reconocido por sus ideas liberales y patriotas. 
Fray Melchor Martínez, quien escribiera sus memorias de Chile por orden de su Majestad, luego del triunfo realista en Rancagua, señala que nuestro Camilo Henríquez “había sido apóstol y secuaz de la doctrina de la independencia, y que después de haberla propagado y revolucionado en Quito, se hallaba activando la de Chile”.
Camilo deja Quito, regresa a Lima y pide su traslado al Alto Perú, llegando hasta el puerto peruano de Piura. Pero cae seriamente enfermo como consecuencia de las privaciones vividas en la cárcel. Y está ahí, en Piura, reponiéndose, cuando arriba un barco proveniente de Valparaíso, y trayendo la noticia que en Chile se ha instalado  la Primera Junta de Gobierno en septiembre. Sin pensarlo dos veces, se embarca en la misma nave y regresa a Chile.
El resto de esta historia la recordarán en estos días en que su cumple el bicentenario de la publicación de “La Aurora de Chile”, la obra maestra de Camilo Henríquez.