domingo, 31 de julio de 2011

Un detalle desconocido del padre de José Luis Claro.

Vicente Claro periodista.


Retrato  de Vicente Claro, año 1823,
 pintado  por  Gil de Castro
Don José Luis Claro Cruz, fundador del Cuerpo de Bomberos de Santiago, era hijo de don Vicente Claro Montenegro. Pero no es muy abundante el material que existe sobre este personaje, pero don Vicente fue un activo militar en los tiempos de la Independencia y un fiel seguidor del general O’Higgins mientras éste fue Director Supremo. Estando el antiguo Director Supremo en el exilio, don Vicente saca a luz un periódico, “El O’Higginsta” que sale publicado el 18 de enero de 1831. Es el redactor de sus artículos, con un ayudante, Ramón Mariano de Arís, quien se entendía con la Imprenta Republicana.
Ya antes, en 1830, había financiado algunas ediciones del periódico “La Antorcha de los Pueblos”, redactado por Diego Antonio Elizondo, que denunciaba la necesidad del regreso de O’Higgins, en el exilio desde 1823.
Don Vicente Claro era un profundo admirador de O’Higgins, siendo su compañero de armas en la expedición libertadora del Perú, delegado directorial en Rancagua y destacada personalidad del bando o’higginista. Tras la caída del gobierno de O’Higgins, pierde sus fueron militares y sus ingresos, siendo desterrado a Quillota, donde parte con su familia, ya que Vicente había casado con Carmen Cruz Prieto en 1819.  Después del triunfo conservador en la batalla de Lircay lucha por el retorno del ex Director Supremo para que asuma los destinos del país. Por eso publica “El O’Higginista”. Le importa la difusión de sus ideas, más que el negocio financiero del periódico, tal como lo señala en carta a su amigo Mariano Ramón de Arís: “Cuando los otros periódicos imprimen cuatrocientos ejemplares,  he mandado imprimir ochocientos, para mandarle gratis a todos los pueblos de la República”
A través del “0’Higginsta” ha ido recordando los hechos más destacados de su héroe, y en  el tercer número alcanza hasta la derrota de Rancagua.  En carta a José Antonio Rodríguez Aldea le pide la redacción de un artículo que continúe con la historia, pero el día 16 de febrero Claro es detenido por el Gobierno,  debiendo abandonar su casa en Santiago y partir desterrado a Melipilla. Partía a la relegación haciendo  el camino a pié.
Dramática existencia la de un hombre que luchó por su patria, que fue destacado militar, que junto a Carmen Cruz dejaron diez hijos que enaltecieron la Historia Patria, entre ellos a José Luis Claro Cruz, fundador de los Bomberos de Santiago. La precaria existencia de la familia cerró cuando don Vicente Claro Montenegro falleció en 1846

sábado, 30 de julio de 2011

La parada militar de 1863

Cuentan las historias que el Presidente de la República de es época, don José Joaquín Pérez Mascayano decidió invitar al Cuerpo de Bomberos de Valparaíso a la Parada Militar de 1863. La joven institución fundada en 1851, solo ocho años antes, era ya el orgullo de la nación. Y marcharon hermosamente en el desfile que celebraba las glorias del Ejército. En esos momentos, Italia luchaba por su independencia, y entre las compañías porteñas asistentes marchó la Sexta Compañía, Pompa Italia. Pero un detalle llamó la atención al público que aplaudía a sus bomberos voluntarios. En vez de portar su estandarte desplegado al viento, la Sexta lo llevaba oculto en una funda de cuero. Era una forma de señalar su protesta ante el gobierno que no había reconocido aún a la nueva República Italiana. Terminado el desfile, las compañías de bomberos de Valparaíso realizaron ejercicios doctrinales en las calles de Santiago, generando la más profunda envidia de los jóvenes santiaguinos, que a pesar de su buena voluntad y deseos, no habían sido capaces de crear un Cuerpo de Bomberos en la capital.
Dramático presagio.Tres meses más tarde, el 8 de diciembre, se incendiaba el Templo de la Compañía de Jesús, cobrando más de dos mil víctimas. ¡Que falta hizo contar con una institución como la de Valparaíso para haber evitado la terrible tragedia!
Como una respuesta instantánea, el 20 de diciembre de ese año se fundaba el Cuerpo de Bomberos de Santiago.

viernes, 29 de julio de 2011

El fin del Batallón de la Bomba

A propósito de un texto que leí en un blog muy visitado, donde se cuenta el triste fin del Batallón de la Bomba, y ante la necesidad personal de dar mi opinión  respecto a él, quisiera hacer algunos alcances.
El coronel don Pedro Urriola efectivamente encabezó el motín del 20 de abril de 1851, pero nunca estuvo en su ánimo "derrocar" al gobierno del general Manuel Bulnes. Prueba de ellos fueron los constantes desplazamientos de sus tropas, las que jamás alcanzaron el edificio del Palacio de la Moneda. Mal pudiera haber muerto dicho coronel "cuando se dirigía a tomarse la Moneda", como asevera el texto.


Testigo de los hechos es don Benjamín Vicuña Mackenna, entonces de 17 años y secretario de la Sociedad de la Igualdad, como antes lo había sido del Club de la Reforma. Su mejor testimonio se encuentra en su libro "El Motín del 20 de abril de 1851".
Benjamín Vicuña Mackenna es detenido en el cuartel del Regimiento Chacabuco cuando ingresa intentando obtener el apoyo de la unidad para sumarse al motín.


El coronel don Pedro Urriola encabezó el sitio y asalto al cuartel de la artillería, ubicado a los pies del cerro Santa Lucía, donde hoy se alza la Fuente Neptuno, a la entrada del paseo del cerro.
Urriola, destacada figura militar de las guerras de la Independencia y de la Confederación Peruano-boliviana, quería presionar al gobierno para que cambiara el gabinete, demostrando con ello que la candidatura oculta de Manuel Montt era rechazada por los jóvenes liberales.
                                
Ya aclarado que Urriola nunca atacó el Palacio de la Moneda, agreguemos que el motín se había iniciado en la medianoche y encontraba a los revolucionarios de Francisco Bilbao y sus Igualitarios maniobrando por las calles del centro de la ciudad sin objetivo fijo cuando el sol ya despuntaba en la cordillera.
En un momento de decisión, Urriola ordena avanzar hacia el cuartel de la artillería. Pretende tomarlo sin derramamientos de sangre. Es en ese instante cuando un sereno, asustado al ver llegar la tropa en masa, que dispara, hiriendo de muerte al coronel Urriola.

Y otro antecedente para los bomberos interesados en el tema. Fue don José Luis Claro, futuro iniciador del Cuerpo de Bomberos de Santiago, quien va a recoger al caído, ayudado por Manuel Recabarren, también futuro fundador del Cuerpo, y el teniente Videla del Chacabuco, para trasladarlo a una casa de la calle de Las Claras, donde Urriola llega ya muerto

En cuanto al Batallón de la Bomba, se le ordena dirigirse armado en dirección al cuartel de la artillería. Encerrados entre dos fuegos en medio de la calle de Las Claras (donde hoy se alza el Archivo Nacional), es acribillado a balazos tanto por los atacantes como por los artilleros, que tras abrir los portones del cuartel, descargan balas de metralla sobre los aterrados cívicos.


Fue una masacre indescriptible.
Quisiera agregar que el calificativo de "pintoresco" con el que se define en dicho texto al batallón de la Bomba no corresponde al debido respeto que merecen esos hombres asesinados, sin posibilidad alguna de defensa.


Y por último, y excúsenme lo prolongado del texto, jamás el general Bulnes cargo en su caballo "Tordillo" sobre los sublevados. El entonces presidente se encontraba en esos momentos en el barrio poniente de la ciudad, más precisamente en la plazoleta de la Iglesia de San Lázaro, a la espera de informaciones para decidir su destino.


Fue hasta ese lugar donde llegó el comandante Marcos Maturana, para informarle que la revolución había sido sofocada.


Espero haber aclarado este asunto, que me tenía inquieto.


jueves, 28 de julio de 2011

Carolina

Los mundos de Carola.

Incendio en el taller de Fermín Vivaceta

1865, 16 de enero

        En las elecciones efectuadas al cierre del año logramos que mister Meiggs fuera designado Vicecomandante, José Luis Claro asumía como director de la 3ª, y Ramón Abasolo era elegido capitán. Debo explicar que el sistema de generación de los cargos, entre los bomberos, es absolutamente democrático. El día 8 de diciembre de cada año, en recuerdo al incendio del Templo de la Compañía, los bomberos de Santiago eligen por votación a quienes serán sus oficiales para el año siguiente, pudiendo ser reelectos si demuestran la capacidad y entrega que requiere tal responsabilidad.

            -¿Hacia dónde vamos?- pregunté mientras tomaba las cuerdas para sacar la bomba a palancas.
            -Al taller de Vivaceta, en San Pablo. ¡Él mismo vino a avisarnos!
            Las llamas habían aparecido en la parte trasera del local de mi amigo Fermín Vivaceta, y lo primero que él hizo fue correr hasta el cuartel y dar la alarma. Por suerte nos encontrábamos en ese momento el teniente 4º Manuel Zamora y unos tres voluntarios, a los que se sumaron de inmediato los bomberos de la 1ª y 2ª de bombas, que sacaron su material, siguiendo a la bomba a palancas de la Poniente.
            -¡Más rápido, por favor!-, grita Fermín Vivaceta, con su barba bíblica flotando al viento y su desgarbada figura saltando junto a los adoquines de la calle del Puente. Una masa de personas rodea la cuadra, atraída por el humo y avisados por las campanas de incendio de las iglesias de Santo Domingo y Santa Ana.
            Una gran columna café indicaba que el local ardía peligrosamente, y sin pensarlo dos veces Vivaceta simplemente sacó una de las mangueras, sin esperar la orden del teniente Zamora, y pitón en ristre se metió entre las llamas, gritando desesperado para que le mandaran agua. Los operarios ya retiraban parte de los trabajos del taller, mientras bomberos y público se sumaban al trabajo en las varas de la bomba. Las palancas subían y bajaban aceleradamente para dar el máximo de presión, mientras Eusebio Benítez y José María Román, dos auxiliares que trabajaban esa tarde en la Vega, habían tomado los grandes cueros y sentándose sobre ellos en la acequia que cruzaba por San Pablo, iniciaban el trabajo de acumular agua para el mejor trabajo de las palancas hidráulicas.
            -¡Agua, por favor!
         Hasta que por fin, ridículo primero, y violento después, el blanco chorro abrazado por las llamas, iniciaba su lucha implacable. Fermín Vivaceta veía cómo parte de sus repisas, los trabajos en cartón y yeso para el cementerio, los diseños de torres de iglesias y locales para el mercado central, se pulverizaban en millones de trozos de carbón encendido.
Cuando el capitán Ramón Abasolo se hace presente, ya los pitones de la 1ª y 2ª de bombas han cerrado el paso a las llamas por detrás del local. En poco más de una hora, el fuego ha sido completamente extinguido y los bomberos iniciaban el retiro de las mangueras usadas para controlar el siniestro.
Fermín Vivaceta está pálido, parado en medio del desastre, como una estatua representando el invierno, mojado y con la barba chamuscada. Mira con angustia cada obra destruida, las maderas hinchadas, los cartones deshaciéndose en el agua y el piso de tierra apisonada cubierto de barro y carbones. Al girar, sonríe.
            -Gracias, capitán. Pudo haber sido peor.

        Ramón Abasolo se retira pensando en lo dramático de la labor del bombero, muchas veces destruyendo el camino para alcanzar y aniquilar al fuego, y una vez conseguida la victoria, solo dejar un escenario de dolor y desolación. Por eso, había abrazado a Fermín Vivaceta, ese pastor de obreros, maestro de clases nocturnas, príncipe de los artesanos. Y lo admiraba, porque a las pocas horas de haberse fundado la 3ª compañía de bombas, ese hombre, alto y delgado, de enredada cabellera negra y profundos ojos grises, había pedido un lugar en las filas.                                 
-Mister Meiggs partió a Valparaíso.
- ¿A qué fue, capitán?
- A buscar la nueva bomba a vapor y traerla a su maestranza.
-¿La bomba a vapor? Debe ser una maravilla comparada a nuestra Poniente.
-Mandó por telégrafo la noticia que traía la máquina, a la que ya están llamando “el monstruo yankee para apagar incendios”. Cómo no vamos a estar orgullosos de mister Meiggs, que gestionó la traía de esa bomba y ahora parte a buscarla él mismo para dejarla a punto de entrar en servicio. Y agregue usted a eso que también ha llegado el material para la 2ª. de Hachas, Ganchos y Escaleras.
            -Poco a poco ya tenemos lo más moderno. Qué bien.
            -Así es, Vicente. La primera bomba a vapor en Sudamérica llega a nuestro Cuerpo. ¡Qué le parece!- y se alejó sonriendo silenciosamente.

miércoles, 27 de julio de 2011

Los primeros incendios.

1864.

 Durante los primeros tres meses de este año hemos combinado ejercicios y alarmas. Al comienzo era difícil saber dónde se había producido un incendio, ya que los serenos, que aún quedan algunos, partían al cuartel general de calle Santo Domingo, y avisaban la dirección y, al mismo tiempo, corrían a la catedral para que dieran la alarma con sus campanas. Así ocurrió en nuestro primer incendio, el 31 de marzo, en casa de doña María Larraín, en calle Ahumada. Llegaron las dos compañías francesas, que estaban muy cerca, y pocos minutos después el resto de las compañías. No fue necesaria nuestra intervención, pero llegó hasta el lugar un grupo numeroso de voluntarios.
            La ciudad comenzaba a probarnos, de a poco, como ocurrió al día siguiente 1° de abril, en el taller de encuadernación del señor Ruiz Tagle. Armamos la pequeña bomba a palancas en una acequia de calle del Estado y dimos agua prontamente, sofocando el comienzo de incendio en pocos minutos.
            La alegría que generaba en nosotros el trabajo de incendios era absolutamente nueva. Contemplar cómo las llamas eran ahogadas por el agua de nuestros pitones nos entregaba una sensación de poder superior. Nuestra existencia adquiría un nuevo sentido, solidario y eficiente.
            Después fue un incendio de medianas proporciones en las cocinas del convento de las Monjas Agustinas, donde la inflamación de la chimenea tomó parte de los techos, obligándonos a un trabajo peligroso arriba de las escalas. Fue el incendio más complejo al que asistí. Y debo decir que los oficiales de las compañías actuaban como verdaderos capitanes de guerra, distribuyendo al personal, supervisando el trabajo de los bomberos y aprovechando el momento para perfeccionar la instrucción. Cómo graficar la sensación de quedar enteramente mojado y hediondo a humo, con el agua entrando por el cuello de la camisa, con las manos cubiertas de carbones, y casi extenuados al terminar las labores de extinción, pero, con una alegría inexplicable luego de derrotar al fuego.

            Las llamas me asustan, porque tiene vida propia, y cuando logramos controlarlas en un punto aparecen de inmediato en otro, burlándose de nosotros mientras van destruyéndolo todo en su avance. Me asusta, reconozco, pero venzo el temor cuando lanzo los potentes chorros de los pitones y le doy de lleno en el cuerpo. Su venganza es ahogarnos con un humo espeso, asfixiante. Son momentos de angustia, de muerte por falta de aire, de deseos de arrancar hacia la calle, pero algo nos obliga a permanecer envueltos en esa masa gris, hasta vencer el miedo.
            Lo más sabroso es cuando regresamos al cuartel. Todos hablan como si cada uno de ellos hubiese apagado él solo las llamas. Y los miro como héroes valientes, todos tiznados pero sonrientes. Deben tener la misma sensación que yo, al superar el miedo y sentirse dioses triunfadores.

miércoles, 20 de julio de 2011

1782.

Ese año nace doña Francisca de Paula Segura, mujer de Manuel Rodríguez y madre de su único hijo, el futuro político Juan Esteban Rodríguez Segura, nacido un mes ante del asesinato de su padre (1818). Doña Francisca residió en Pumanque hasta su muerte, en 1874.

También nacía don Juan José Carrera Verdugo, hermano mayor de don José Miguel Carrera. Dotado de gran fuerza física y personalidad avasalladora, será comandante de los Granaderos de Chile durante las campañas de la Patria Vieja.

Nace el mineralogista francés Pierre Berthier, quien describe por primera vez la bauxita, un mineral que descubre y analiza en la localidad de Les Baux, en la región de Provenza.

En Buenos Aires nace don Ventura Blanco Encalada, hermano del futuro almirante Manuel Blanco Encalada. Educado en España, solo regresa en 1816 a Argentina, ingresando a Chile en 1820. Será más tarde ministro de Estado y decano de la Facultad de Humanidades de la Universidad de Chile.

El 25 de marzo del mismo año nace Carolina Bonaparte, hermana de Napoleón. Ambiciosa, casa con  Joaquín Murat, mariscal del ejército francés. Tras la derrota imperial y el fusilamiento de su marido, huye a Italia. Fallece en Florencia en 1839.

Toribio de Luzuriaga nacía en Huaraz, Perú. En las guerras de independencia actuó en las campañas del norte argentino. Gran amigo de José de San Martín, en 1816 asume la gobernación de Cuyo, para ayudar al general en su proyecto de cruce de la cordillera. Será figura importante en los procesos y fusilamiento de los hermanos Carrera. Luego de la expedición a Lima será el primer peruano que recibe el título de Gran Mariscal.

Ildefonso Elorriaga nace en Álava, España y llega a Chile donde se incorpora al ejército. Durante la invasión española del almirante Pareja (1813) asume destacados cargos, estando presente en la batalla de Chacabuco (1817), donde muere en combate.


lunes, 18 de julio de 2011

El hijo del guerrillero.


Poco se sabe de la existencia de don Juan Esteban Rodríguez Segura, el hijo del héroe de la independencia, don Manuel Rodríguez Erdoiza. Pero, sin lugar a dudas, nace en los días en que Rodríguez realiza sus actividades guerrilleras contra los realistas que aún resisten en la zona central de Chile, luego del triunfo de Chacabuco (1817).
Doña Francisca de Paula Segura y Ruiz tenía entonces 34 años y mantenía una profunda relación con Rodríguez, quien la visitaba en los momentos en que sus incansables actividades se lo permitían. Fue así como ella queda embarazada durante este intenso periodo. Y el hijo nace en abril de 1818, un mes antes del asesinato de su padre en Til-Til. La familia de los Rodríguez Erdoiza está desintegrada luego de las luchas por la independencia. Carlos y Ambrosio, hermanos del Húsar de la Muerte, están deportados en Argentina. El niño crece aislado de la historia familiar, estudia en el Instituto Nacional y obtiene su título de abogado.
De ahí en adelante, se va convirtiendo en una figura destacada, casándose en 1842 con doña Carmen Herrera Gallegos, viuda y heredera de  extensas tierras en Colchagua. El joven Juan Esteban Rodríguez Segura (25 años), comparte su profesión de abogado con las de agricultor, adquiriendo la hacienda de Pumanque, donde va a residir con su familia. Un detalle en recuerdo de sus ancestros es un cuadro con el retrato de Manuel Rodríguez Erdoiza, su padre,  que cuelga en los salones de la amplia casona. Sin embargo él jamás toma ventaja del nombre del héroe para lograr su crecimiento como destacado profesional.
Fue el ministro Antonio Varas quien impulsa al abogado a entrar en la arena política, integrándose al Partido Nacional, alcanzado rápidamente un escaño en la Cámara de Diputados; será Intendencia de Copiapó en 1855, y al terminar su período asume como Intendente de Talca, entre 1859 y 1864. Orador brillante, sus obras en Talca y sus discursos en la cámara lo destacan entre sus pares.
En 1864 fallecía su madre, doña Francisca de Paula Segura, siendo enterrada en Pumanque. Tenía “más de noventa años” como señala el oficio de entierro de la mujer de Manuel Rodríguez.
En 1888 es electo senador en representación del Partido Liberal.
Viudo de su primera esposa, doña Carmen Herrera,  Juan Esteban contrae matrimonio  con su cuñada Ignacia, teniendo en total 14 hijos. Uno de sus nietos, Juan Esteban Montero Rodríguez, alcanzará la Presidencia de la República.
Al concluir la Guerra Civil de 1891, el abogado y parlamentario Juan Esteban Rodríguez Segura, asume como ministro de Instrucción Pública durante el gobierno de Jorge Montt.                                         


Una década más tarde, y mientras se desempeñaba como  director de la Caja de Crédito Hipotecario, el hijo no reconocido del guerrillero, fallece  el 17 de diciembre de 1901. Tenía 83 años.

sábado, 16 de julio de 2011

Un contrapunto de horror





En todas las ciudades de Chile existe una calle o una plaza que lleva el nombre de Gamero, Muñoz Gamero o Benjamín Muñoz Gamero. Esta es su historia.


En 1851, la inquietud política atraviesa todo el país, impulsada por los movimientos contrarios a la candidatura presidencial de Manuel Montt. Y mientras Santiago, La Serena, San Felipe y Concepción vivían en estado de movilización, en el sur de Chile, en Punta Arenas, asumía un nuevo gobernador.

Benjamín Muñoz Gamero, brillante oficial de la marina chilena, asume el mando de la colonia presidio. Había nacido en Santiago en 1820, y pertenecía a una de las más destacadas familias de patricios del tiempo de la independencia. Su padre, Manuel Muñoz Urzúa, había sido miembro de la Junta de Gobierno en 1814, mientras su madre, doña Tomasa Gamero y Toro, estaba íntimamente ligada a la familia de don Mateo de Toro y Zambrano.
El joven Muñoz Gamero  se integra a la Academia Militar de donde salían los oficiales para el ejército y la armada. Al egresar sus calificaciones eran brillantes, anotándose en ellas: sobresaliente en aritmética, álgebra, geometría descriptiva, fortificaciones de campaña, geometría elemental, trigonometría rectilínea y esférica, recibiendo el premio del Supremo Gobierno como mejor alumno de su promoción.
Eran años complejos y se integra como guardiamarina en momentos en que Chile enfrentaba la guerra contra la Confederación Peruano-boliviana (1836-1839), a bordo del bergantín Aquiles y luego en la corbeta Libertad. Al terminar el conflicto, era seleccionado par5a seguir un curso de perfeccionamiento en la Armada Británica, asumiendo el mando de la goleta Victory.
Convertido en un destacado marino, inicia un viaje de levantamiento geográfico en la zona austral, ascendiendo a capitán de corbeta, escribiendo un diccionario patagónico y un detallado estudio con el título de “Clima del estrecho de Magallanes”.
Explorador de la zona de Melipulli, más tarde Puerto Montt, alcanza hasta el lago Llanquihue y describe los volcanes Osorno y Calbuco y los salto de Petrohué.
Es entonces cuando el gobierno lo envía a la colonia de presos de Punta Arenas.

Lo que sigue es parte de uno de esos dramas propios de los lugares aislados. Entre los detenidos se encuentra un teniente relegado a cumplir castigo en el presidio, el desquiciado José Miguel Cambiazo. Una revuelta, que incluye asesinatos, asaltos a naves extranjeras y persecuciones por los canales patagónicos, termina con la vida del capitán Muñoz Gamero en medio de los horrores y locura del temible Cambiazo. Tenía 31 años.

Como una manera de perpetuar la memoria del brillante Muñoz Gamero, en cada ciudad de nuestro país existe una plaza o una calle que recuerda su nombre. Sobre el Motín de Punta Arenas, ya escribiremos un texto para no olvidar lo que fue ese dramático como desconocido episodio de nuestra Historia.

jueves, 14 de julio de 2011

Un genio llamado Vicuña Mackenna

El 25 de enero de 1886 Chile despedía a su más grande historiador y político. Don Benjamín Vicuña Mackenna. Quizás nunca antes diera esta tierra una personalidad del nivel de nuestro personaje. Solo un antecedente para comprender su increíble legado histórico. Casi 200 libros de amena y documentada historia y más de 1.150 artículos de prensa. ¡Cómo tenía tiempo para dejarnos tanto!
El gran poeta nicaragüense Rubén Darío, llamado “el príncipe de las letras castellanas” le conoció de cerca, y al enterarse de su muerte señaló: ¿Qué fue Vicuña Mackenna? Enmiendo: ¿qué no fue Vicuña Mackenna? Permítanme decirles que fue un gran político, un gran historiador, tribuno, viajero, poeta en prosa, crítico, literato, diarista incomparable, monstruo de la naturaleza.
Benjamín Vicuña Mackenna nació en Santiago el 25 de agosto de 1831. Sus padres fueron Pedro Félix Vicuña, revolucionario pipiolo y periodista contrario a Portales, y doña Carmen Mackenna, hija del general patriota nacido en Irlanda, don Juan Mackenna O’Reilly. La casa que vio nacer a don Benjamín, era el antiguo hogar de los hermanos Carrera, en las esquinas de Agustinas y Morandé.
Estudió en varios colegios hasta que ingresó al Instituto Nacional y se graduó en leyes. Cuentan que, a los 15 años, ya había leído todos los libros de historia del Instituto y que se los contaba a sus compañeros de estudios.
Estudió leyes en Chile, ciencias naturales en Inglaterra, fue corresponsal en la guerra franco-prusiana (donde lo confundieron con alemán), y escribió un libro fantástico de esa guerra, donde es testigo en primer plano de los personajes y las batallas.
Los diarios ingleses se disputaban sus artículos sobre economía, las universidades del mundo le llamaban a dar conferencias, y era capaz de escribir en tres diarios distintos al mismo tiempo y publicar un libro por semana.

Hombre de su tiempo, Vicuña Mackenna participó en varias revoluciones, fue detenido muchas veces, condenado a muerte, exiliado, candidato a presidente de la república, senador y el alma de la guerra del Pacífico.

En 1849, con 18 años de edad, don Benjamín publicó su primera obra histórica, y lo hizo en el periódico La Tribuna. Se tituló “El sitio de Chillán”. Al día siguiente de la publicación, don Andrés Bello lo llamó a la Universidad para criticarle su gramática, pero lo impulsó a seguir escribiendo porque sus libros tenían el encanto de la eterna juventud.
Don Félix Vicuña, su padre, había sido electo diputado por La Serena, el mismo año en que nacía su hijo Benjamín, pero los conservadores anularon su elección después de Lircay, siendo desterrado a Perú. En 1851, padre e hijo participan en la guerra civil contra la candidatura de Manuel Montt. Para gloria de su nombre, don Félix Vicuña es el fundador de El Mercurio de Valparaíso (1827).
En 1867, Benjamín se casa con su prima Victorina Subercaseaux Vicuña, quien compartirá y apoyará la intensa actividad de su nuevo marido. Decía que Benjamín entraba a la casa como caballo desbocado, llenaba el escritorio con papeles en blanco, humedecía las puntas de sus bigotes con tinta y los sacudía sobre las hojas: había escrito un libro.
En sus últimos años, escribía con un lápiz para no perder tiempo untando la pluma en el tintero.
Escribe sin detenerse más de doscientos libros, algunos de mil páginas; prepara sus conferencias, participa en mitines, exiliado y detenido una y otra vez, Antes de ser deportado, y estando en presidio, entrega los originales de la Vida de Diego de Almagro. Desterrado en Perú, Demetrio O’Higgins, hijo del desterrado Director Supremo, le confía la valiosa documentación de su padre. No hay tema que no desarrolle con pluma experta: los Climas de Chile,  La Guerra a Muerte, los Girondinos Chileno (un recuerdo de los personajes de la Guerra Civil de 1851), la Historia de Valparaíso, la Historia de Santiago, El Motín del 20 de abril de 1851…, todos apoyados con una documentación de primera fuente.
Funda la Sociedad Nacional de Agricultura, el primer Club de la Unión, es intendente de Santiago y remodela la ciudad, convirtiendo el cerro Santa Lucía en un hermoso paseo; se integra al Cuerpo de Bomberos, organiza exposiciones, el primer Museo Histórico Nacional, y cientos de obras sociales.
Con razón Rubén Darío, que lo conoció personalmente, dijo que era el único genio que había dado América en el siglo XIX.
Falleció en la Hacienda de Colmo, cerca de Viña del Mar, a los 56 años, luego que una junta de médicos lo desahuciara.
Sus funerales adquirieron carácter de honores de Estado.
No en vano había sido el más grande personaje de su siglo.




La Catorce en Valparaíso

Los de LA CATORCE rinden honores a las autoridades durante las celebraciones de los 160 años del Cuerpo de Bomberos de Valparaíso.

miércoles, 13 de julio de 2011

Garibaldi y los bomberos.


Cuando se funda el primer cuerpo de bomberos voluntarios en Chile, adoptan como uniforme un blusón característico, que se conocía en esos días como modelo Garibaldi. ¿Qué relación hay entre el mítico personaje italiano y nuestros bomberos?
Partamos recordando algo del héroe italiano. Había nacido en 1807 en Niza (entonces parte de la república  de Piamonte), integrándose desde muy joven a la marina mercante. Recorre así el Mediterráneo, el Mar Negro y Turquía. A los 25 años ya es capitán de la nave, cayendo prisionero de los piratas, y logrando escapar. Después de 6 años regresaba a casa, iniciándose en el movimiento La Joven Italia, de Mazzini.

Luego de participar en el movimiento independista piamontés, es condenado a muerte, pero logra huir con otros miembros de la Joven Italia, desembarcando en Brasil. Ahí lo vemos involucrado en los movimientos independistas en Brasil y Uruguay, iniciándose en la logia “Les amis de la Patrie” en Montevideo. Participa en nuevas acciones guerrilleras, pero finalmente es derrotado, regresa a Italia, fracasa en sus planes de independencia y retorna a Sudamérica. En 1851 visita en Perú a la antigua amante de Bolívar, Manuela Suárez. Y aquí funda la primera compañía de bomberos de El Callao, que hasta hoy lleva su nombre.

Durante las guerras de independencia en las que participa, sus hombres utilizan el blusón rojo que distingue a los guerreros de Garibaldi. Y ese blusón se convierte en una moda en homenaje al héroe italiano. Y cuando nuestras primeras compañías de bomberos 
se fundan, visten la blusa de Garibaldi.


Y cuando se funda el Cuerpo de Bomberos de Santiago, el primer distintivo que van a usar nuestros voluntarios es la blusa de Garibaldi.

Un recuerdo de esos primeros días de fundación de los bomberos chilenos.

lunes, 11 de julio de 2011

UNA ATRACTIVA VISITA

El 4 de julio nos visitó en la Universidad Central mi ex alumna y ahora docente, Catalina Díaz-Romero, quien compartió con nosotros una jornada en el taller de primer año de la escuela un dinámico workshop. En la foto los alumnos, y de pie, al centro (de falda roja) Catalina. Abajo, Los profesores del taller: Claudio Venegas, el editor de este blogspot y Carlos Núñez.

sábado, 9 de julio de 2011

Haroldo en Italia. Héctor Berlioz



Ganar el Premio de Roma había sido su ambición, y al lograrlo, dejaba atrás su círculo de amigos y artistas, una novia y el sueño imposible de su romance con una actriz de segunda categoría. Ya en Italia sintió la decepción de un ambiente- para él – estrecho y parroquial. Los poetas románticos son su inspiración, y compone obras en las que ese sentimiento impregna absolutamente sus obras, aun cuando sea difícil imaginar a qué parte de una obra pertenece. Y es el caso de la obra que vamos a recordar.

Por supuesto que es Héctor Belioz el compositor al que nos referíamos, el mismo que estando en Italia y al enterarse del matrimonio de su novia, cambió sus ropas por las de mujer, compró un par de pistolas y viajó en diligencia para matar a la infiel. Y todos sabemos que regresó a Italia, tras una breve farsa de suicidio y siguió ganando el dinero que le otorgaba el premio.
Pero al regresar, sumó recuerdos y dos años más tarde iniciaba el trabajo.
Y nacía Haroldo en Italia. El gran Paganini le pide, admirado por su Sinfonía Fantástica, una pieza para su Stradivarius. Berlioz trabaja primero sobre las últimas horas de María, Reina de los Escoceses, pero finalmente termina con una sinfonía en cuatro movimientos: Haroldo en Italia.


Berlioz era un romántico de tomo y lomo, un hombre a quien lo convencional le disgustaba profundamente, y escuchar en Italia la ópera tan en boga en esos momentos simplemente lo detestaba. En cambio añoraba, según el mismo lo escribe, ponerme al servicio de un jefe de bandoleros. Esa es la vida que anhelo: “volcanes, rocas, entre rumas de pillaje en las cuevas de la montaña, un concierto de alaridos acompañados por una orquesta de pistolas y carabinas, sangre y “lachryma Christi”, una cama de lava mecida por temblores subterráneos. Allons donc, voilà la vie!”


El estreno de esta sinfonía fue un éxito inesperado, pero de ahí en adelante, sólo fracaso. Pareciera que su paso por Italia cortó la carrera ascendente iniciada con La Sinfonía Fantástica. Su segunda Sinfonía, Haroldo en Italia, aun nos sorprende. Siendo un concierto para viola, respondiendo a la petición hecha por Paganini, sin embargo su participación es breve, sin cadenzas, y solo al final de la obra. Por los títulos de sus cuatro movimientos, sería un poema sinfónico,  o música programática enlazada por el tema solista como una “idea fija”. Y sin embargo es la obra más cercana a Beethoven, ciñéndose fielmente a la estructura sinfónica del maestro.
En su creatividad, Berlioz entrega a Haroldo el rol de observador de la obra, llevando la orquesta la descripción. En el tercer movimiento (Serenata de un montañés de Abruzzes, allegro assai – allegretto), Berlioz recuerda su estadía en Italia, en Alatri, cuando está regresando a Nápoles, y estando esa noche en un albergue de duras camas, plagadas de piojos -según su gráfica descripción – escuchó a unos jóvenes dando una serenata a una amante apoyada en un balcón, con el acompañamiento de una guitarra y un desafinado clarinete. Este será el trasfondo musical del tercer movimiento de Haroldo en Italia,  de Berlioz.

Al enfrentar el cuarto movimiento (orgía de los bandoleros, allegro frenetico – adagio – allegro – tempo primo), la viola asume totalmente la subjetividad, la interpretación del entorno, mientras la orquesta sigue más fuertemente su función descriptiva. Caminos, ritmos de la procesión y las balas que matan al viajero, a Childe Harold. La viola enmudece y se funde en el ceremonial berlioziano de la muerte, una marcha fúnebre sin el sello de otras que él escribiera, porque se mezcla la muerte con la orgía de los bandoleros, mientras Haroldo cae mortalmente herido.

Decíamos que Haroldo había sido un éxito en su estreno. El regreso de Italia de Berlioz se veía auspicioso. La Sinfonía Fantástica le había dado nombre, y ahora estrenaba Lelio, algo así como su segunda parte; Harriet Smithson, su mujer idolatrada, finalmente accedía a casarse con él, pero vendría la terrible realidad a enseñorearse en la vida del compositor. Su ópera Benvenuto Cellini fracasaba, su mujer le endeudaba mientras padecía una y otra enfermedad, y la ruina solo se veía compensada con un inesperado regalo, 20.000 francos, enviado por Paganini junto a una nota en que se leía: “Muerto Beethoven solo Berlioz puede hacerle revivir”.
Los años siguientes serían de soledad, fracaso y muerte. Solo la compañía de María Recio fue su consuelo.
Héctor Berlioz, el maestro de la orquestación y de la música programática, falleció en 1869.

(Recuerdos de mi programa Música y Músicos en Radio Beethoven)

viernes, 8 de julio de 2011

George Sand y Federico Chopin

Todos conocemos la historia de amor, apasionada y frustrante, en las vidas de Federico Chopin y George Sand. Ella había nacido en 1804, el mismo año en que Napoleón Bonaparte asumía como emperador de los franceses, y la bautizaron Amandine Aurore Lucie Dupin, llegando a convertirse en la baronesa Dudevant. Rostro y alma de los románticos franceses, sus amores escandalizaron a muchos, pero fue la gran escritora del romanticismo. Sus frases fueron famosas. Y su recuerdo, inmortal. Una de sus frases sirva para iniciar este texto. “Te amo para amarte y no para ser amada, puesto que nada me place tanto como verte feliz”.


El gran escritor ruso Fiodor Dostoievsky escribió interesantes recuerdos sobre George Sand y su época. El año 1830 es de revoluciones y marca el desarrollo pleno del movimiento romántico. Dostoiewsky recuerda ese periodo, cuando en Rusia estaba prohibido leer las obras del nuevo movimiento cultural que explotaba en Europa. Y escribe: “Muy pronto se comprendió entre nosotros el gran movimiento literario producido en Europa en el comienzo mismo de la cuarta década… que se manifestó con especial impulso en el arte, en la novela, y sobre todo, con George Sand”. Es cierto que Senkovsky y Bulgarin pusieron en guardia al público contra George Sand, incluso antes que se publicaran sus novelas en ruso. Y asustaron a las damas rusas porque ella usaba pantalones, atemorizando con la depravación y procuraron por todos los medios ridiculizarla. Una frase de George Sand: Lo verdadero es siempre sencillo, pero solemos llegar a ello por el camino más complicado”.
Sigamos con Dostoievsky. Recuerda que “ella apareció en idioma ruso aproximadamente en la mitad del año treinta, y la admiración que produjo en todos fue considerable. Creo que como a mí, en plena adolescencia, como a todos, sorprendió por la castidad, la elevada pureza manifestada en sus tipos y los ideales puros que sustentaba” . Otra frase de George Sand: “Dios ha puesto el placer tan cerca del dolor, que muchas veces lloramos de alegría”.


No era fácil en los tiempos en que George Sand escribía, aceptar sus defensas de la mujer, o a sus heroínas que enfrentando el peligro, sobreponían su virtud y su honor. Su palabra sonaba a peligrosa para las mentes más conservadores. No es casualidad que un crítico haya escrito: “en el orgullo de esta requisitoria femenina, en esa castidad irreconciliable con el vicio, en esta osadía con que las inocencia se lanza a la lucha y mira claramente a los ojos, se encierra un veneno, el futuro veneno de la protesta femenina, de la emancipación de la mujer”.


Volvamos a las reflexiones de Dostoievsky. La muerte de la escritora le afecta profundamente, y trata de definir su obra: “George Sand no era una pensadora, pero sí uno de sus más evidentes presentidoras, si es que se me permite usar tan inadecuada palabra, de ese futuro feliz que espera a la humanidad, en el logro de cuyos ideales creyó animosa y generosamente toda su vida”.
Y, una frase de ella: “La belleza exterior no es más que el encanto de un instante. La apariencia del cuerpo no siempre es el reflejo del alma”.


Borrascosa unión la de Federico Chopin y la George Sand, con dificultades domésticas donde las preferencias por los hijos de la escritora generan tormentas familiares. Viajes por Francia, España, Mallorca, y nuevamente Francia, en busca del alivio físico, para un genio que se consume. Ella escribe: “Nos equivocamos a menudo en el amor, a menudo herido, a menudo infeliz, pero soy yo quien vivió, y no un ser ficticio, creado por mi orgullo”.


El 8 de junio de 1876, dejaba de existir Aurora Lucille Dupin, baronesa Dudevant, personaje marcado por su tiempo, amante del poeta Alfred de Musset, amiga de Liszt y Delacroix, compañera por años de Federico Chopin, escritora de avanzada, luchadora por la igualdad femenina y profunda crítica literaria y social. Ya dedicaremos un texto al gran Chopin, pero valía la pena conocer un poco más a su musa de sus años finales.

lunes, 4 de julio de 2011

EN LA ESCUELA DE PERIODISMO

En marzo de 1964 me integraba al primer año de la Escuela de Periodismo.                                                      - Nos dijeron que tú eras democratacristiano – me señaló un alumno de un curso superior, rubio, de ancha sonrisa. Óscar González Clark se veía muy seguro, mucho más que yo, ya que me asignaban una categoría que no tenía y en un medio absolutamente desconocido, como era el primer día de ingreso a la universidad.
- ¿Tú eres Antonio, verdad?
- Sí. - contesté, porque era cierto.
Media hora más tarde me paraba sobre el escenario del aula mayor de la Escuela y llamaba al silencio a una masa desordenada de unos ciento veinte alumnos.

- El Centro de Alumnos nos ha pedido que organicemos el curso y nombremos delegados - alcancé a gritar mientras algún desconocido simpatizante pedía silencio - Para facilitar las cosas, vamos a poner en esta pizarra los nombres que ustedes digan y las dos primeras mayorías serán nuestros delegados.
En medio del ruido alguien de la segunda fila gritó Tú, como te llamai. A lo que grité por mi cuenta Antonio, entre seguro y mejor-me-voy. Voto por Antonio! y anoté mi nombre. Samuel Urzúa, gritó alguien en medio de un grupo, y un flaco de lentes y peinado con partidura levantó la mano. Juan RojoFélix Castro… Y vino la votación y salimos electos Samuel Urzúa y yo.
Guitarreando en el casino. A mi lado, Carmen Gloria Donoso y sentada, Anamaría Caballero




















Fue mi estreno en la política nacional. De ahí a presidente de curso de primer año, y a entrar de lleno a la JDC, grupo que se insinuaba especialmente dinámico y atractivo en un año de elecciones presidenciales. A la primera reunión del centro de alumnos, encabezada por un panameño de nombre Marco Gandásegui, asistió el presidente en ejercicio de la Fech. Era alto, con un rulo que le caía en la frente y ojos semi-perdidos detrás de unos lentes de grueso marco negro.
- Se llama Luis Maira - me dijo Carmen Gloria Donoso, que oficiaba como integrante del centro de alumnos del curso, y a la vez  fanática democratacristiana. Y fui conociendo a los que serían mis compañeros de estudios. La Juppy Álvarez, también DC; Juan Rojo, socialista; Félix Castro, socialista; Samuel Urzúa, comunista; Santiago del Campo, DC; Alejandro este-que-Koffman, socialista y tartamudo; Magali Daudet Proust, la de los apellidos literarios, pro DC; la hermosa Vivianne Barry, mi primer latido de corazón universitario (a pesar de mi eterna fidelidad con la Patty, polola que perduraba desde los tiempos del quinto año de humanidades en el British High School). 


Margarita Prado
El grupo iba creciendo a medida que se acercaban las elecciones de septiembre de ese año 1964. Federico Gana Johnson, Pury Gaune, Bernardita Aguirre, cuya amiga Margarita Prado también me generaba latidos extra, pero ella formaba parte de un círculo más estrecho, más de élite, con Javier Beytía y Patricia Schneider, que aunque socialista, era de una belleza nórdica sólo comparable a su buena ropa. Lo que sí nos igualaba a todos era la ausencia de automóviles. Si mal no recuerdo, sólo  Magali Daudet, Patricia Schneider y  Florencia Varas tenían auto de su propiedad. El resto debíamos caminar hasta Irarrázaval o Macul para agarrar locomoción. En mi caso, llegaba hasta la Plaza Ñuñoa, tomaba la liebre Manuel Montt-Cerillos, me bajaba en Providencia y caminaba hasta mi casa.
Al principio, la rutina comprendía salir de clases, ir a buscar a la Patty (que estudiaba Biología en el Pedagógico, en la misma Facultad de Filosofía y Educación en la que estaba mi escuela), y donde era compañera de curso de un muchacho de voz profunda, Pedro Sánchez, con quien años más tarde hicimos una estrecha amistad, tanto en Televisión Nacional como en el mundo de la fotografía y la radio, y que hasta hoy perdura.
Luego, debía viajar en micro hasta su casa en calles Toesca y Ejército, regresar en la noche a la casa, comer con la gringa (madre) y el pelao (padre), escuchar en la radio el concierto nocturno, y tener listo el uniforme de bombero a los pies de la cama. 

domingo, 3 de julio de 2011

En el día de los bomberos

Saludo a todos los bomberos.
Y cómo no hacerlo, cuando esta semana hemos estado recordando los 160 años de la institución más prestigiosa de Chile. Es una sensación de nerviosismo la que nos invade a lo largo de todo el país. Casi cuarenta mil chilenos, hombres y mujeres, que han abrazado esta causa que naciera en Valparaíso en 1851 y que, cual plaga de amor al prójimo, se extiende en cada uno de nuestros pueblos y ciudades. Chilenos y extranjeros, que han dado su vida por los demás, con un espíritu que desmiente el individualismo de nuestra sociedad. ¡Qué importa que a veces no tengamos dinero para nuestras gastadas mangueras y astilladas escalas! ¡Qué importan las humillaciones de nuestros compañeros de pasión que, con un tarro en la calle, piden dinero para salvarle la vida a los mismos que le niegan la moneda! ¡Qué importa el frío en las madrugadas de invierno o los tremendos calores en los incendios forestales de verano!
Ahí están, sonriendo con sus caras tiznadas, apretando un jarro de café caliente entre las manos temblorosas de frío. Ahí los vemos marchando por las calles, orgullosos de llevar el uniforme que los identifica; ricos, pobres, porteños de Valparaíso, hijos de alemanes, italianos, o británicos; profesionales, comerciantes, choferes de taxi; luciendo su número de bronce en el casco y su cotona que ha llevado el mismo color desde que se fundaron.
Y eso lo entiende la ciudadanía, y los aplaude cuando marchan con ese ritmo extraño de los bomberos, intentando marcialidad militar, pero con el sello del voluntariado más profundo y verdadero. Qué importa el gordito, el flaco, la niña con cola de caballo simulada bajo el yelmo de fuego. Son todos parte de una falange como pocas en nuestra Historia nacional, testigos de una idea nacida el 30 de junio de 1851 en Valparaíso y cuya antorcha ha ido extendiéndose por todo nuestro  territorio. Y como son orgullosos de ser bomberos voluntarios, las fronteras les han quedado estrechas, y han estado en los dramas de Haití, Bolivia, y en nuestros traicioneros terremotos, donde una vez más son los héroes silenciosos, los que nada piden a cambio, pero que son capaces de sonreír detrás del barro, las lágrimas y el cansancio.
Gracias, a cada uno de ustedes que visten la cotona del bombero voluntario. Gracias también a aquellos que sin ser bomberos, se emocionan al saber que admiran a la institución preferida por los chilenos. Porque los bomberos son el espíritu de esta nación, y mucho más. No necesitan una teletón ni un terremoto para responder de inmediato y acudir en ayuda de quien los necesita, cada día, todos los días.
Y yo me sumo a las felicitaciones, y a mis propias felicitaciones, porque soy uno más, solo eso, de esa legión hermosa que tanto orgullo es capaz de regalarnos.

sábado, 2 de julio de 2011

Frases de Santa María

Dicen que un presidente con personalidad de motor debe ser seguido por un gobierno tranquilo. Y un poco de eso ha tenido nuestra Historia. Si observamos por un instante el siglo diecinueve, al presidente Manuel Montt (motor, con dos revoluciones en su contra), le siguió José Joaquín Pérez (tranquilo, con una guerra contra España); luego vino Federico Errázuriz (motor) y Aníbal Pinto (tranquilo, a pesar de los conflictos internacionales), tras él Domingo Santa María (motor de motores), pero después le siguió  el gobierno de José Manuel Balmaceda (otro motor) y estalló la Guerra Civil.
Intendente de Colchagua a los 23 años (1847) practica la más abierta intervención electoral, lo que le significa la salida del gobierno y se pasa a la oposición. Participa en las revoluciones de 1851 y 1859, siendo desterrado, regresando con Vicuña Mackenna en 1862, gracias a la amnistía del nuevo presidente, José Joaquín  Pérez Mascayano. De inmediato asume varias carteras ministeriales del gobierno. Ácido crítico de la conducción de la Guerra del Pacífico (era senador desde 1879), el Presidente Aníbal Pinto decide neutralizarlo nombrándole ministro de Relaciones Exteriores, Interior y Guerra. Preparó desde ese momento su ascenso a Presidente de la República.
Las frases de Santa María reflejan esa personalidad avasalladora.

Intervencionista consuetudinario.                                                                                                              "Yo sé que he sido electo con intervención electoral, y no me importa, no me importa porque mi elección fue la mejor que se pudo hacer en Chile, a pesar de no haber sido correcta".

Político de la vieja escuela.                                                                                                                         “Se me ha llamado interventor. Lo soy. Pertenezco a la vieja escuela y si participo de la intervención es porque quiero un parlamento eficiente, disciplinado, que colabore en los afanes de bien público del gobierno. Tengo experiencias y sé a dónde voy”.

Sobre admiradores y contradictores.                                                                                                                      “Junto con Vicuña Mackenna, he sido uno de los hombres que ha levantado en Chile más admiradores incondicionales y los más fervorosos contradictores. Se me ha acusado de falta de línea, de doctrina, de versatilidad, de incoherencia en mis actos. Es cierto; he sido eso porque soy un hombre moderno y de sensibilidad, capaz de elevarme sobre las miserias del ambiente y sobreponerme a la política de círculo y de intrigas”.

Sobre sus conflictos con la Iglesia.                                                                                                   “El haber laicizado las instituciones de mi país, algún día lo agradecerá mi patria. En esto no he procedido ni con el odio del fanático ni con el estrecho criterio de un anticlerical; he visto más alto y con mayor amplitud de miras. El grado de ilustración y de cultura a que ha llegado Chile, merecía que las conciencias de mis ciudadanos fueran libertadas de prejuicios medievales. He combatido a la iglesia, y más que a la iglesia a la secta conservadora, porque ella representa en Chile, lo mismo que el partido de los beatos y pechoños, la rémora más considerable para el progreso moral del país”.

La futura democracia.                                                                                                                                      “Se me ha llamado autoritario. Entiendo el ejercicio del poder como una voluntad fuerte, directora, creadora del orden y de los deberes de la ciudadanía. Esta ciudadanía tiene mucho de inconsciente todavía y es necesario dirigirla a palos. Y esto que reconozco que en este asunto hemos avanzado más que cualquier país de América. Entregar las urnas al rotaje y a la canalla, a las pasiones insanas de los partidos, con el sufragio universal encima, es el suicidio del gobernante, y no me suicidaré por una quimera. Veo bien y me impondré para gobernar con lo mejor y apoyaré cuanta ley liberal se presente para preparar el terreno de una futura democracia. Oiga bien: futura democracia”.

Domingo Santa María González falleció en 1889, dos años antes de la guerra civil, cuando era Presidente José Manuel Balmaceda, su antiguo ministro.